Es dulce el recuerdo de Jesús,
que da verdaderos gozos al corazón
pero cuya presencia es dulce
sobre la miel y todas las cosas.
Nada se canta más suave,
nada se oye más alegre,
nada se piensa más dulce
que Jesús el Hijo de Dios.
¡Oh Jesús!, esperanza para los penitentes,
qué piadoso eres con quienes piden,
qué bueno con quienes te buscan,
pero ¿qué con quienes te encuentran?
¡Oh Jesús!, dulzura de los corazones,
fuente viva, luz de las mentes
que excede todo gozo
y todo deseo.
Ni la lengua es capaz de decir
ni la letra de expresar.
Sólo el experto puede creer
lo que es amar a Jesús.
¡Oh Jesús! rey admirable
y noble triunfador,
dulzura infefable
todo deseable.
Permanece con nosotros, Señor,
ilumínanos con la luz,
expulsa las tinieblas de la mente,
llena el mundo de dulzura.
Cuando visitas nuestro corazón
entonces luce para él la verdad,
la vanidad del mundo se desprecia
y dentro se enardece la Caridad.
Conoced todos a Jesús,
invocad su amor,
buscad ardientemente a Jesús,
inflamaos buscándole.
¡Oh Jesús! flor de la Madre Virgen,
amor de nuestra dulzura
a ti la alabanza, honor de majestad divina,
Reino de la felicidad.
¡Oh Jesús! suma benevolencia,
asombrosa alegría del corazón
al expresar tu bondad
me urge la Caridad.
Ya veo lo que busqué,
tengo lo que deseé
en el amor de Jesús desfallezco
y en el corazón todo me abraso.
¡Oh Jesús, dulcísimo para mí!,
esperanza del alma que suspira
te buscan las piadosas lágrimas
y el clamor de la mente íntima.
Sé nuestro gozo, Jesús,
que eres el futuro premio:
sea nuestra en ti la gloria
por todos los siglos siempre.
Amén.