La crucifixión, llamada por los antiguos escritores como la peor y más dolorosa muerte, era comúnmente empleada por los romanos en el tiempo de Cristo para castigar y dar muerte a los esclavos y rebeldes.
Luego de ser sentenciado, la víctima usualmente cargaba hasta el lugar de la ejecución el madero para la cruz. La flagelación y otras formas de tortura protagonizadas por los ejecutores era parte de este cruel proceso.
Los romanos usaban varios métodos de crucifixión.
Siguiendo un método común, del cual Jesús probablemente fue víctima, el condenado era primero despojando de sus vestiduras y luego clavado a la cruz; estos clavos atravesaban los huesos de sus brazos y de sus pies.
Como el peso del cuerpo de la víctima cerraba el conducto de la respiración, la víctima fallecía por asfixia, muchas veces, luego de días de intenso dolor.
Reconstrucción hipotética del Calvario
El Gólgota -o monte de la calavera- (1) estaba localizado en el noreste de la ciudad, adyacente a una cantera de caliza (2) donde Jesús fue sepultado en una tumba luego de su crucifixión. Algunos años después, la extensión de las murallas de la ciudad, y por consiguiente, el crecimiento mismo de la ciudad, impidió que en dicho lugar se continuase enterrado a las víctimas.
Debido a su posición en la parte alta de la ciudad, las torres del palacio de Herodes dominaban toda la ciudad, y los centinelas montaban una férrea guardia desde ahí para impedir cualquier ataque al Sumo Sacerdote. Cerca de la entrada del palacio (4) Jesús fue juzgado por Pilato, quien residía en el palacio durante las más importantes fiestas judías. Desde ahí, Jesús se encaminó hasta el Calvario, una distancia bastante corta.