La decisión de la Congregación para la Doctrina de la Fe de censurar tanto la doctrina como la práctica pastoral de Sor Jeannine Gramick, S.S.N.D., y del Padre Robert Nugent, S.D.S. sobre la homosexualidad no sólo ha revelado un problema teológico en un campo pastoral específico, sino que, según los expertos, ha puesto en evidencia hasta qué punto pueden llegar los conflictos cuando se propaga la idea de que la fe y la práctica religiosa son fundamentalmente un sentimiento.
El conflicto. Durante más de 20 años, el P. Nugent y la Hna. Gramick han dirigido la organización de asistencia a homosexuales llamada "New Ways Ministry", cuya sede se encuentra en la capital norteamericana. Según ambos, el objetivo de la institución de asistencia pastoral es el de "promover la justicia y la paz para los homosexuales y las lesbianas". Ambos son también co-autores del libro "Building Bridges: Gay and Lesbian Reality and the Catholic Church" -"Tendiendo Puentes: La Realidad de Homosexuales y Lesbianas y la Iglesia Católica"- (1992); y editores responsables de "Voices of Hope: A Collection of Positive Catholic Writings on Gay and Lesbian Issues" -"Voces de Esperanza: Una colección de escritos católicos positivos sobre temas homosexuales y lésbicos"-.
Un largo camino. El documento firmado por el Cardenal Joseph Ratzinger y el Arzobispo Tarcisio Bertone, respectivamente Prefecto y Secretario del dicasterio, señala el largo camino de diálogo sostenido con ambos dirigentes y la sorprendente incapacidad para llegar, por parte de ellos, al asentimiento de una doctrina clara y coherente con el resto del cuerpo doctrinal cristiano, a saber, la perversidad intrínseca del acto sexual homosexual. En 1984 elCardenal James Hickey, Arzobispo de Washington, después de numerosos intentos de clarificación, les había informado que no podían continuar desarrollando sus actividades en aquella arquidiócesis. Al mismo tiempo, la Congregación para los Institutos de Vida Consagrada y las Sociedades de Vida Apostólica les pidió que se separaran del New Ways Ministry. La Congregación, sin embargo, constató que tanto el P. Nugent como la Hna. Gramick continuaron participando en actividades organizadas por el "New Ways Ministry", renunciando sólo formalmente a su posición de liderazgo.
En 1988, la Santa Sede creó una Comisión bajo la presidencia del Cardenal Adam Maida para estudiar y evaluar las declaraciones públicas y actividades de ambos religiosos, y determinar si las mismas eran conformes con la doctrina católica sobre la homosexualidad.
Tras la publicación de la obra "Building Bridges", el estudio de esta Comisión se centró principalmente en el revelador libro, que resume las actividades y el pensamiento de ambos religiosos. "La Comisión -dice el reciente documento del dicasterio que preside el Card. Ratzinger- encontró en sus escritos y actividades pastorales serias deficiencias, que resultaban incompatibles con la totalidad de la moral cristiana".
Intentos fallidos. "Con la esperanza de que el Padre Nugent y Sor Gramick expresaran su asentimiento a la enseñanza católica sobre la homosexualidad y corrigieran sus errores y escritos -sigue explicando el documento del dicasterio-, la Congregación hizo otro intento para encontrar una solución, invitándolos a responder de modo inequívoco a algunas preguntas sobre su posición en relación a la moralidad de los actos homosexuales y la inclinación homosexual". Pero las respuestas de ambos autores, fechadas el 22 de febrero de 1996, "no fueron lo suficientemente claras como para disipar las serias ambigüedades de su posición".
"Sor Gramick y el Padre Nugent demostraron una clara comprensión conceptual de la enseñanza de la Iglesia sobre la homosexualidad, pero se abstuvieron de prestar adhesión alguna a tal enseñanza". Más aún, tras la publicación en 1995 de la controvertida antología "Voices of Hope: A Collection of Positive Catholic Writings on Gay and Lesbian Issues", quedó en claro que no había ningún cambio en su oposición a elementos fundamentales de la enseñanza de la Iglesia.
La Congregación, siguiendo el procedimiento indicado en el "Reglamento para el Examen de las Doctrinas", pidió a cada uno de los religiosos que respondiera a la 'contestatio' de manera personal e independientemente el uno del otro, para permitirles mayor libertad al expresar sus posiciones individuales. Los miembros de la Congregación evaluaron cuidadosamente las respuestas y, según explica el documento del dicasterio, "fueron unánimes en su dictamen de que las respuestas de los dos religiosos, aun no carentes de elementos positivos, eran inaceptables. En ambos casos, el Padre Nugent y Sor Gramick trataron de justificar la publicación de sus libros sin que ninguno de ellos manifestase adhesión a la enseñanza de la Iglesia sobre la homosexualidad en términos suficientemente inequívocos".
Una declaración. Los trámites se empantanaban porque a cada solicitud directa del dicasterio, los involucrados respondían con amables pero evidentes evasivas; y aunque manifestaban en todo momento el deseo de llegar a un acuerdo, era imposible obtener de manera explícita e inequívoca, en términos de fórmula doctrinal, la "fidelidad" y el "amor a la Iglesia" que proclamaban tener. La Congregación decidió entonces solicitarles que formularan una declaración pública, que sería sometida al juicio de la Congregación. En tal declaración se les pidió que expresaran su asentimiento interior a la enseñanza de la Iglesia católica sobre la homosexualidad y que reconocieran que los libros arriba mencionados contenían errores. "Sor Gramick -dice el informe del dicasterio-, mientras expresaba su amor por la Iglesia, simplemente rehusó expresar asentimiento alguno a la enseñanza de la Iglesia sobre la homosexualidad. El Padre Nugent mostró mejor disposición, pero no llegó a ser inequívoco en la afirmación de su asentimiento interior a la enseñanza de la Iglesia".
Los miembros de la Congregación decidieron dar otra oportunidad al Padre Nugent para manifestarse de forma inequívoca; para lo que el dicasterio formuló una declaración de asentimiento que éste sólo debía firmar. Sin embargo, la respuesta del sacerdote, según el comunicado, "mostró el fracaso de este intento". "El Padre Nugent no firmó la declaración recibida, sino que respondió formulando un texto alternativo que modificaba la declaración de la Congregación en algunos puntos importantes. En particular, se abstuvo de declarar que los actos homosexuales son intrínsecamente desordenados y añadió una sección que cuestionaba la naturaleza definitiva e inmutable de la doctrina católica en este campo".
Fracaso y decisión. Visto el fracaso del largo y paciente proceso de diálogo, la Congregación para la Doctrina de la Fe se vio obligada a declarar, "por el bien de los fieles católicos, que las posiciones de Sor Jeannine Gramick y del Padre Robert Nugent, en lo que se refiere al mal intrínseco de los actos homosexuales y al desorden objetivo de la inclinación homosexual, son doctrinalmente inaceptables en cuanto incompatibles con la enseñanza clara y constante de la Iglesia católica sobre el particular". "Las ambigüedades y errores de la posición del Padre Nugent y de Sor Gramick han causado confusión y daño a los fieles católicos. Por estas razones, a Sor Jeannine Gramick, S.S.N.D., y al Padre Robert Nugent, S.D.S., se les prohibe de forma permanente cualquier tipo de apostolado en favor de las personas homosexuales, y no son elegibles, por tiempo indeterminado, para ejercer ningún oficio en su respectivos institutos religiosos".
Sentimientos. La reacción inmediata del entorno del P. Nugent fue la esperada: "el P. Nugent acepta, pero se siente incomprendido", informó la agencia CNS; "El P. Nugent acatará el fallo, pero se siente desmoralizado", dijo el vocero de New Ways Ministry, Francis DeBernardo; esta decisión "hará que los homosexuales se sientan marginados", dijo también el mismo vocero; y hasta "esperemos que los que trabajan pastoralmente con los homosexuales no se sientan desmoralizados", dijo un obispo. Todas las declaraciones tenían en común un elemento que se ha vuelto descriptivo de cierta religiosidad dominante en Estados Unidos: la importancia de cómo se "siente" cada uno de los actores, independientemente de lo que está bien o de lo que es verdad. "La desaparición de la verdad doctrinal y de la recta acción pastoral ante la fuerza avasalladora del sentimiento es un fenómeno que marca la religiosidad norteamericana y, lamentablemente, a buena parte de los católicos también", dice Philip Lawler, editor de la revista Catholic World Report. En efecto, según revela, la gota que derramó el paciente vaso de la Congregación para la Doctrina de la Fe fue la decisión del P. Nugent de cambiar la expresión "intrínsecamente perversa" -respecto del acto sexual homosexual- en la declaración del dicasterio que debía solamente firmar, por "objetivamente inmoral". Nugent explicaría después que "en el fondo, se trata de lo mismo, solo que dicho de una manera que no ofenda a los homosexuales".
¿"Enfermedad"? "No herir sentimientos se ha convertido en una enfermedad, en el 'dogma' más brutal y violento de la vida religiosa norteamericana, incluso de buena parte de la vida católica", dice Dale Vree, un converso del ateísmo que dirige la revista New Oxford Review. "Es justamente el dogma de 'no hacer que nadie se sienta mal' el que está en la base del omnipresente "políticamente correcto" y el que ha influido de manera determinante en la vida de la Iglesia", agrega.
Según Vree, esta omnipresencia del sentimiento "va hasta la raíz misma de la vida parroquial, donde las imágenes de los santos han sido reemplazadas por globos, pancartas y cartillas expresando buenos sentimientos". "Es virtualmente imposible rezar antes o después de Misa porque las conversaciones gentiles y las palmaditas en la espalda inundan el ambiente. El Credo no se dice y las homilías se han convertido en una secuencia de chistes y frases de pseudo-psicología 'pop'. Las palabras de la liturgia son improvisadas y cambiadas según el gusto de clérigos políticamente correctos", dice Vree.
El intelectual converso señala además que "en muchas parroquias, el primer objetivo de la Misa ha sido cambiado de recibir a Jesús y alabar al Altísimo por 'celebrar la comunidad', es decir, celebrar nuestros 'maravillosos' egos"; y no sin ironía, cita a un "experto" liturgista según el cual "la Misa no debería transmitir un sentimiento de infinitud o eternidad del mundo de más allá, sino más bien sensibilidad comunitaria entre los feligreses".
Decadencia. "Lamentablemente", continúa Vree, "este catolicismo sensiblero, donde el saludo de la paz parece ser el punto culminante de la Misa, no tiene ningún magnetismo: no mucha gente sale de la cama el domingo en busca de un abracito tibio". Y cita, al respecto, escalofriantes estadísticas: en 35 años, la asistencia a Misa entre los católicos de Estados Unidos descendió del 70% al 25%, mientras que solamente uno de cada cuatro católicos comprende lo que significa la presencia real de Jesús en la Eucaristía.
Cambios. Según el P. Bernard X. Gorges, fundador de un exitoso movimiento catequético denominado "Totus Tuus", "es evidente que nuestra cultura del placer y el bienestar tienen un papel significativo en la consolidación de esta cultura del 'sentirse bien'". Sin embargo, el sacerdote nativo de Wichita, Kansas, considera que, en el mundo católico, "hemos contribuido con esta cultur