Aquel 14 de junio de 1936 amaneció triste y sombrío en la casita de los Chesterton en Beaconfield. G.K. había partido para siempre. Inglaterra perdió a una de sus mejores plumas y con ella, algo de su ingenio y buen humor. Uno de los mejores epílogos de la vida de G.K. resulta ser una frase de un latinoamericano poco formal como Chesterton, que tubo la oportunidad de conocerlo personalmente, el Padre Leonado Castellani: "Pregonero gritón de la gloria de Dios y de la Santa Madre Iglesia Romana, Chesterton abandona la gloria terrena a su contemporáneo y gemelo espiritual Bernard Shaw, y prefiere tranquilamente servir con sus enormes facultades a la plebe de Cristo que no antes que al imperio o al arte que pagan".