El proyecto religioso iba tomando forma en Chesterton Empezó a profundizar en la teología cristiana general, que muchos odiaban y pocos estudiaban. Descubre que las teorías negativas y naturalista que estaban de moda en esos días, no encajaban en la experiencia.
Publica en esta época "Heréticos", que reunía algunos estudios sobre escritores contemporáneos suyos como Kipling, Shaw y Wells explicando como cada uno de ellos "pecaba por error último o religioso". Menudearon las polémicas y Chesterton escribió una bien meditada explicación sobre la creencia de que la doctrina cristiana, resumida en el credo de los Apóstoles "podía ser una crítica mejor de la vida que ninguno de los que había criticado yo.
Se llamó "Ortodoxia". En la sociedad moderna, reflexionaba G.K., sumidero de herejías inconsistentes, la única herejía imperdonable era la ortodoxia. "Una defensa seria de la ortodoxia era mucho más sorprendente para el crítico inglés que un ataque serio contra la ortodoxia para un censor ruso".
El paso siguiente no fue sorprendente. En 1922 G.K. Chesterton se convirtió en catolicismo, asociando su nombre a otros grandes conversos ingleses como Graham Greene y Christopher Dawson. Su retorno al seno de la Iglesia comenzó muchos años antes, cuando su entusiasmo batallador lo llevó a combatir una serie de doctrinas que él consideraba repugnantes: el materialismo, la teosofía, los espiritistas, el capitalismo plutócrata, el socialismo, el escepticismo y todo aquello manifestaba la "disgregación espiritual y moral de nuestro mundo".
Como ensayista y pensador fue comprendido que las verdades universales y perdurables que él buscaba se encontraban en el catolicismo. Luego G.K. confesará, un tanto divertido, como se dio a alocadas búsquedas en clubes anarquistas o babilónicas lo que pudo haber encontrado en el catecismo o en la parroquia más próxima.