Edificio monumental construido en el paseo de Gràcia de Barcelona, una de las vías más prestigiosas de la ciudad. La Casa Milà es conocida popularmente con el nombre de La Pedrera (cantera), apodo otorgado por los barceloneses a causa de su aspecto exterior. Se trata de la última obra civil de Gaudí, iniciada en el año 1906 y finalizada en 1912, a pesar de que no concluyó personalmente la fase final del proyecto a causa de las diferencias que mantuvo con los propietarios por el elevado coste de las obras. La superficie total del solar era de 1.620 metros cuadrados, de los que fueron edificados 1.323 metros. Los primeros bocetos del edificio fueron elaborados por Gaudí en su obrador de la Sagrada Familia, concibiendo la casa como una curva constante, tanto en el exterior como en su interior, incorporando múltiples soluciones de geometría reglada, así como elementos de carácter naturalista.
La Casa Milà se estructura en torno a dos patios que iluminan los nueve niveles que comprenden un sótano, una planta baja, un entresuelo, la planta principal (o noble), cuatro pisos superiores y un desván. El sótano estaba destinado a garaje, la planta principal a residencia de los señores Milà y el resto de viviendas eran de alquiler. El desván, que albergaba los lavaderos y tendederos, fue construido mediante un conjunto de arcos parabólicos de ladrillo de plano de distintas alturas que configuran un espacio aislante del edificio y determinan a su vez los distintos niveles de la azotea.
El lenguaje del edificio es rupturista para su tiempo, manifestándose fundamentalmente a través de las formas sinuosas y casi naturalistas de la fachada, en la que la piedra contrasta con las atrevidas barandillas de sus balcones. El ondulante antepecho del frontispicio incluye el saludo "Ave Gratia M plena Dominus tecum". Por lo visto, dicha simbología religiosa tenía que estar acompañada por un grupo escultórico representando la Virgen María y el Niño Jesús, flanqueados por los arcángeles Gabriel y Miguel, obra que finalmente no se llevó a cabo.
La azotea constituye uno de los lugares más sorprendentes, rematado por tragaluces o salidas de escalera, ventiladores y chimeneas. Todos estos elementos, construidos con ladrillo de plano y recubiertos de cal, trencadís de mármol o de vidrio, desempeñan una función arquitectónica específica convirtiéndose, no obstante, en verdaderas esculturas integradas en el edificio.
La Casa Milà constituye un organismo único en el que la forma exterior presenta continuidades en su interior. Cabe destacar, entre los pisos, los cielos rasos de yeso con relieves de gran dinamismo, la labor de la madera en las puertas, las ventanas y el mobiliario (desafortunadamente desaparecido hoy en día), así como el diseño del pavimento hidráulico y de distintos elementos ornamentales. Las escaleras estaban destinadas al servicio puesto que el acceso a las viviendas se llevaba a cabo mediante ascensor, excepto en la planta noble, para la que Gaudí añadió una escalinata de particular configuración.
Estructuralmente hablando, la Casa Milà se caracteriza por su fachada de piedra autoportante, es decir, que se sujeta mediante unos hierros de gran resistencia a los pilares estructurales del edificio. Ello permite que el peso de la piedra no se apoye sobre el resto de la casa, que no posee muros de carga y debe sostenerse en un entramado de pilares de piedra y ladrillo. Dicho sistema constructivo hace posible la existencia de grandes oberturas en la fachada que facilitan la entrada de luz en las viviendas, por una parte, y la estructuración de los distintos niveles en planta libre, por otra parte, de tal modo que todas las paredes pueden ser derribadas sin afectar la estabilidad del edificio, permitiendo cambiar los tabiques a voluntad y modificar, sin problemas, la distribución interior de las viviendas.
Desde un punto de vista arquitectónico también cabe destacar el patio central circular que se sostiene gracias a una curiosa estructura de hierro, a modo de rueda de bicicleta, que permite soportar grandes cargas de peso. Gaudí instaló dos aparcamientos interconectados, uno para cada patio, espaciosos y de gran capacidad de maniobra.
En el año 1954 el arquitecto F. J. Barba Corsini construyó un conjunto de apartamentos en el desván, de tal modo que la estructura diseñada por Gaudí quedó ocupada. En diciembre de 1986, Caixa Catalunya adquirió el inmueble y lo restauró, devolviendo al desván su estado original para instalar el Espai Gaudí, exposición que explica como ver, vivir y entender la obra de este arquitecto.
En el año 1969, la Casa Milà fue declarada Monumento histórico-artístico de Interés Nacional y desde 1984 forma parte del Patrimonio Mundial de la UNESCO.