En el año 1887, la Compañía de Santa Teresa decidió construir un establecimiento escolar en la localidad de Sant Gervasi de Cassoles, un pueblecito al norte de Barcelona que fue anexionado a la ciudad en 1897. La compañía teresiana había sido fundada por el religioso Enric d'Ossó i Cervelló. Había vivido en Reus de joven y también conocía al obispo Grau que había encargado a Gaudí el palacio episcopal de Astorga.
Con la intención de establecer la sede central de la compañía en Sant Gervasi, la orden religiosa adquirió una parcela de terreno y encomendó a un arquitecto, cuyo nombre se desconoce, el proyecto de un edificio aislado que incluyera el colegio, la sede de la compañía y un internado. Las obras dieron comienzo el día 1 de septiembre de 1888 a pesar de que, también por causas desconocidas, el arquitecto cesó su intervención en la obra y el encargo pasó a manos de Gaudí. Este último no pudo modificar la forma de la planta porque ya estaban hechos los cimientos, pero varió el proyecto estructural del edificio, aprovechando la circunstancia de que los muros todavía no presentaban mucha altura.
La intervención de Gaudí se inició en el año 1889 y su nuevo proyecto incluyó la planta baja y tres pisos. El conjunto destaca por el sistema estructural interno que, a partir de dos grandes patios interiores, posibilita la entrada de luz desde el último piso hasta la planta baja. Este sistema se consigue gracias a las grandes oberturas de la parte superior que reducen sus dimensiones a medida que decrecen. Ello permite que, en su trayecto, la luz entre en todas las dependencias a través de unas crujías orientadas hacia los patios interiores que configuran unos pasillos de magnífica resolución arquitectónica, estética y lumínica. Estos pasillos, dotados de arcos parabólicos altos y estrechos, no sólo aprovechan la luz sino que también la distribuyen, solución presente en posteriores edificios de Gaudí puesto que la correcta iluminación de los espacios constituía uno de los objetivos fundamentales de su arquitectura.
El colegio de las Teresianas fue realizado con elementos de bajo coste, como el ladrillo y la piedra triturada, visibles en su exterior. Estos materiales, no obstante, confieren sobriedad a las fachadas, contrastando con los elementos de cerámica y la rica composición de la parte superior del edificio. En las fachadas también cabe destacar las ventanas con el intradós en forma de arco parabólico y las persianas de una gran originalidad.
El acceso al colegio se inicia en un porche que consta de un arco parabólico y una reja con la representación del corazón de la Virgen María y el de santa Teresa, coronados ambos en la parte superior por una cruz. Estos elementos corresponden al vocabulario simbolista de Gaudí, junto con el escudo carmelita con el birrete doctoral de la santa, empotrado en la tribuna que se halla encima del porche. La simbología religiosa se completa con los pináculos de los extremos del edificio y una cruz de cuatro brazos en la parte superior.
La obra se culminó a finales de 1889, sufriendo desperfectos en el año 1936 cuando el colegio fue asaltado y saqueado, desapareciendo el mobiliario y los birretes doctorales dedicados a santa Teresa que estaban en las almenas.
En el año 1969, el colegio fue declarado Monumento histórico-artístico de Interés Nacional y, a pesar de que actualmente continúa funcionando como centro docente, gran parte del jardín que rodeaba la escuela desapareció durante la construcción del cinturón de ronda de Barcelona. Este jardín también había sido proyectado por Gaudí según su particular concepción de los espacios a la manera naturalista; se plantaron palmeras y pinos, rodeados de caminos y bancos de piedra.