Madre amable de mi vida auxilio de los cristianos, la pena que me atormenta, pongo en tus divinas manos. Dios te salve María...
Tú que sabes mis congojas, pues todas te las confío, da la paz a los turbados y alivia el corazón mío. Dios te salve María...
Y aunque tu amor no merezco, no recurriré a Ti en vano, pues eres madre de Dios y auxilio de los cristianos. Dios te salve María...
Acuérdate, ¡oh piadosísima Virgen María!, que jamás se ha oído decir que ninguno de los que han acudido a tu protección haya sido abandonado; animado con esta confianza, me presento a ti. ¡Oh Madre de Dios!, no desoigas mis súplicas; escúchalas y acógelas benignamente, ¡oh clemente, oh dulce Virgen María!
(Pedir la gracia que se desea y rezar una Salve)