Testamento de Bartolomé López
El 15 de noviembre de 1537, en la villa de Colima de Nueva España, y ante el escribano Juan de la Torre, Bartolomé López, uno de los conquistadores y vecino entonces de la recién fundada villa, otorgó testamento. Las cláusulas 23 y 24 de dicho testamento dicen:
"Mando a nuestra Señora de Guadalupe, por mi ánima, cien Misas, e se paguen de mis bienes".
"Mando que se diga en la Casa de Nuestra Señora de Guadalupe por mi ánima cien Misas, e se paguen de mis bienes".
Al ser dos mandas distintas, es probable que la primera se refiera a Nuestra Señora de Guadalupe de Extremadura. Mientras que la segunda, es muy probable que se refiera a Nuestra Señora de Guadalupe de México. Es lógico que se habla de dos diferentes; no habría necesidad de dividir legados si no fuera así, como ya ha argumentado Jesús García Gutiérrez.
El testamento de Bartolomé López fue hallado por José María Rodríguez Castellanos, en 1912, en el Archivo Municipal de Colima. Fue publicado, junto con el testamento de su hermano Antón López, en La Cruz, periódico de Colima, y posteriormente en la revista, publicada en Tulancingo, Democracia Cristiana, hoy extinta. Luego, García Gutiérrez publicó fotografías de las dos citadas cláusulas en La Rosa de Tepeyac, de abril de 1921, junto con otras cláusulas de testamentos de Colima.
FUENTE: Actualmente, el original del testamento no se encuentra ni en el Archivo Municipal de Colima (donde había sido encontrado), ni en el Archivo del Estado, que es donde actualmente se encuentra lo que queda de los protocolarios del escribano Juan de la Torre. Es posible que el original se halle perdido para siempre, aunque ha sido denodadamente buscado, en los archivos de la ciudad de Colima y Villa de Álvarez por el Lic. Arturo Rocha, quien reencontró, en 1998, el testamento de Elvira Ramírez. [vid. infra], extraído de Página oficial de la Virgen de Guadalupe.
Bernal Díaz del Castillo
Soldado y amigo de Hernán Cortés, atribuye el triunfo de los conquistadores a "la gracia de la Virgen de Guadalupe" y habla de los milagros del Tepeyac. Hacia 1560, escribe su Historia Verdadera de la Conquista de Nueva España, en la ívocos testimonios:
"Luego manda Cortés a Gonzalo de Sandoval que dejase aquello de Ixtapalapa, e fuese por tierra a poner cerco a otra calzada que va desde México a un pueblo que se dice Tepeaquilla, a donde ahora llaman Nuestra Señora de Guadalupe, donde hace y ha hecho muchos admirables milagros." (cap. 150)
"[…] Y miren qué hay de hospitales, y los grandes perdones que tienen, y la santa casa de Nuestra Señora de Guadalupe, que está en lo de Tepeaquilla, donde solía estar asentado el Real de Gonzalo de Sandoval cuando ganamos a México: y miren los santos milagros que ha hecho y hace de cada día, y démosle muchas gracias a Dios y a su bendita madre nuestra señora por ello, que nos dio gracia y ayuda que ganásemos estas tierras, donde hay tanta cristiandad." (cap. 210)
Bernal Díaz del Castillo no estaba en México en 1531, y todo lo que dice acerca de la Virgen de Guadalupe y de "los santos milagros que hace cada día" lo supo en Guatemala (cuya gran distancia con la ciudad de México es de resaltar) y a donde había llegado ya la fama de los milagros de Guadalupe. Su testimonio es tanto más valioso cuanto él no era crédulo en milagros, como lo demuestra en su crónica, donde habla con sorna de algunos que dizque veían a Santiago Apóstol acuchillando indios.
El testimonio de Díaz de Castillo es interesante también porque ofrece, desde un contexto político social, no religioso, noticias sobre el Tepeyac: lo denomina Tepeaquilla, como lo llamaban los españoles para distinguirlo de la poblana Tepeaca; habla, asimismo, de la existencia de una iglesia dedicada a la Virgen de Guadalupe, indicando también al conquistador relacionado con el lugar, Gonzalo de Sandoval. Igualmente refiere que el Tepeyac es un lugar en el que se hacen numerosos milagros.
Tepeyac, de abril de 1921, junto con otras cláusulas de testamentos de Colima.
FUENTE: Página oficial de la Virgen de Guadalupe
El Arzobispo Pedro Moya de Contreras y la petición
Pedro Moya de Contreras, fue elegido tercer Arzobispo de México en 1573, dos años después de su arribo a México. Fue nombrado visitador de la Nueva España en 1583 -encargado provisionalmente del gobierno del virreinato a la muerte de Suárez de Mendoza-, y posteriormente, virrey de Nueva España de 1584 a 1585. En este último año, celebró el III Concilio Provincial Mexicano para aplicar el Concilio de Trento. Regresa a España en 1586, nombrado Presidente del Consejo de Indias; muere allí cinco años después.
Además, fue un convencido guadalupano, lo que se echa de ver de la defensa del Santuario y la petición que al Papa Gregorio XIII de indulgencias para el mismo. En efecto, en su momento dispuso que la renta y limosnas de las que gozara la iglesia de Nuestra Señora de Guadalupe, quitados los gastos forzosos, se utilizara en casar doncellas huérfanas y pobres, estimulando así la generosidad de los devotos guadalupanos. Así quedo dispuesto en sus Constituciones de Tepozotlán del 10 de septiembre de 1576.
Más tarde, Moya de Contreras solicita al papa Gregorio XIII, indulgencias particulares para el Santuario de Guadalupe.
Ya en 1573, el Papa había concedido a los fieles que visitasen la Iglesia de Santa María de Guadalupe según las modalidades acostumbradas, indulgencia plenaria y otras indulgencias. Esto se concedía durante diez años. Pero tras la petición de Moya de Contreras, Gregorio XIII, mediante Breve de fecha 28 de marzo de 1576, confirma las indulgencias para otros 10 años más, y las extiende también a la Catedral de México, para evitar que los fieles dejasen de visitar ésta por acudir al Santuario de Guadalupe. Esto viene a confirmar, contra quienes sostienen lo contrario, que ya en esta época los fieles, lo mismo indios que criollos y españoles, acudían más al Santuario de Guadalupe que a la propia Catedral.
FUENTE: El original en latín de la petición del Pedro Moya de Contreras, se encuentra en: ARCHIVIO SEGRETO VATICANIO (ASV), A.A. Arm. I-XVIII 1824, extraído de Página oficial de la Virgen de Guadalupe.
Testimonio del pirata inglés Miles Philips. 1568
Es uno de los pocos casos, de una cita del culto guadalupano en el siglo XVI procedente de una fuente europea no española.
Miles Philips formaba parte de la tripulación de una de las naves del pirata John Hawkins quien, en 1567, había zarpado de Plymouth con rumbo a costas africanas. Su intención era conseguir esclavos negros para luego venderlos en Sudamérica. En su viaje de regreso, Hawkins se adentra en el golfo de México, para evitar la zona de huracanes, sólo para encontrarse desafortunadamente con la flota española que traía al nuevo Virrey Martín Enríquez de Almanza. Tras la dispersión de su flota en San Juan de Ulúa, y en un intento desesperado de sobrevivir, Hawkins decide abandonar, el 8 de octubre de 1568, a cien miembros de su tripulación en las costas del Pánuco; entre ellos, Miles Philips.
Ulteriormente capturado junto con algunos compañeros, Philips es enviado a la capital novohispana. Meztitlán, Pachuca, Cuautitlán son etapas del viaje que el pirata describe. Pero también hace una descripción al Tepeyac, a dos leguas de la ciudad de México:
"A otro día, de mañana, caminamos para México, hasta ponernos a dos leguas de la ciudad, en un lugar en donde los españoles han edificado una magnífica iglesia dedicada a la Virgen. Tienen allí una imagen suya de plata sobredorada, tan grande como una mujer de alta estatura, y delante de ella y en el resto de la iglesia hay tantas lámparas de plata como días tiene el año, todas las cuales se encienden en fiestas solemnes. Siempre que los españoles pasan frente a esa iglesia, aunque sea a caballo, se apean, entran a la iglesia, se arrodillan ante la imagen y ruegan a Nuestra Señora que los libre de todo mal; de manera que, vayan a pie o a caballo, no pasarán de largo sin entrar a la iglesia y orar, como queda dicho, porque creen que si no lo hicieran así, en nada tendrían ventura. A esta imagen llaman en español Nuestra Señora de Guadalupe. Hay aquí unos baños fríos; el agua de aquí es algo salobre al gusto, pero muy buena para lavarse los que tienen heridas o llagas, porque según dicen ha sanado a muchos. Todos los años, el día de la fiesta de Nuestra Señora, acostumbra la gente venir a ofrecer y rezar en la iglesia ante la imagen y dicen que Nuestra Señora de Guadalupe hace muchos milagros."
El testimonio precedente, en nada contradictorio con la existencia de una pintura, central y venerada, insiste en la estatua de plata de la virgen (de la que ya hablaban los Anales del indio Juan Bautista [vid. supra DOCUMENTOS INDÍGENAS]), la existencia de una fuente, pero sobre todo en el culto y los milagros.
FUENTE: El original de este Ms. de 1568 se encuentra en el ARCHIVO GENERAL DE LA NACIÓN, en el tomo XIV de cuyas publicaciones apareció por primera vez (México, 1943), extraído de Página oficial de la Virgen de Guadalupe.