Glenn R. Jones, CEO Jones Education Company
27 de marzo, 1998,
Oficinas principales de Jones International
Bienvenidos a Jones International. Estamos muy agradecidos por la oportunidad de poder compartir nuestros puntos de vista con ustedes respecto del papel de las tecnologías de la comunicación en la educación. Me alegra estar con el Padre Michael Sheeran, Presidente de la Regis University, quien fue vuestro anfitrión la tarde del míercoles pasado. Regis es una de las universidades con las que tenemos el privilegio de trabajar en nuestra misión de distribuir educación a la gente, en vez de requerir que la gente vaya a buscar la educación. También estoy acompañado por la doctora Pamela S. Pease, Presidente de la International University, una de las primeras genuinas ciberescuelas en el mundo -una universidad cuyo único campus es Internet. Pam explicará como una auténtica comunidad virtual educativa es creada.
Quisiera abrir nuestro diálogo compartiendo con ustedes mi perspectiva sobre el impacto de las nuevas tecnologías en nuestro mundo. Pues creo que las nuevas tecnologías de la comunicación, que están liderando una revolución tan extendida como las tecnologías industriales que las precedieron, son también herramientas que deben ser moldeadas para el servicio de la educación.
¿Cómo aparece la revolución de las comunicaciones? Es un tornado de nuevas herramientas electrónicas; de estructuras sociales en conflicto; de sistemas de distribución en colisión; de tecnologías aplastándose mutuamente, algunas veces combinándose; de ríos de nueva información desbordándose de sus cauces.
Es algo intenso. Se enraíza a través de cada mercado, de cada interés, de cada ambiente - dejando virtualmente nada sin tocar. Es impulsada por la tecnología y tiene vida propia.
En su camino hay turbulencia, disrupción, el ocaso de vacas sagradas, destrucción, oportunidad y reforma, y su potencial es indescriptible. Está tras de todos nosotros y ninguno de nosotros puede ocultarse. No es nada menos que la reconfiguración de la civilización en cuanto tal y la educación es una parte obligada de ella.
Una manera de medir el impacto de las nuevas tecnologías en la sociedad es mirar a la economía de los Estados Unidos. En la década de los 50, cerca del 65% de la fuerza de trabajo norteamericana era mano de obra obrera (blue collar laborers). Hoy, ésta es menos del 13%.
Y he aquí un hecho aún más sorprendente: el 24% del PBI viene de la manufactura, ¡y ese porcentaje no ha cambiado en 40 años! Eso quiere decir que con un 13% de la fuerza laboral estamos haciendo lo que necesitaba el 65%. Lo estamos haciendo con nuestros cerebros en vez de con nuestras espaldas. Potencial. Pueden ver el potencial de la tecnología que está siendo aplicada por el sector manufacturero de la economía norteamericana.
Como lo demuestra nuestro PBI, Somos un país con 265 millones de adultos con una inmensa riqueza, sin embargo:
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Un estimado de 2 millones de puestos de trabajo desaparecen anualmente a la velocidad del cambio.
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400,000 trabajadores al año se convierten en obsoletos.
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El principal obstáculo para el uso efectivo de las computadoras en las aulas es el inadecuado entrenamiento de los profesores; sin embargo, sólo el 15% de los profesores norteamericanos recibe al menos 9 horas de entrenamiento tecnológico.
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El depósito de nuestro conocimiento profesional tiene una media de vida de menos de cinco años.
Para el año 2000:
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Más del 75% de todos los trabajadores necesitarán una actualización de sus aptitudes.
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Los trabajos que requieren entre 1 y 3 años de educación superior o entrenamiento tecnológico crecerá en un 50%.
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Los trabajos que requieren 4 años de educación superior crecerán en un 36%.
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Los trabajos que requieren solamente educación secundaria decrecerán en un 20%.
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Los trabajos que no requieren cualidades especiales decrecerán en un 58%.
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Sin embargo, actualmente, sólo el 23.6% de nuestra población adulta tiene grado de bachiller o más.
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18.3% no han terminado la educación secundaria.
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Más del 40% de los graduados de secundaria dicen que no pueden financiar el costo de un grado de educación superior.
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De los aproximadamente 2.6 millones de estudiantes secundarios que se gradúan cada año, 1.1 millones no van a una universidad.
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Cuando se les pregunta por qué, responden que no pueden pagarlo. ¡La universidad cuesta demasiado!
Los trabajos en la economía del conocimiento no solamente requerirán mayores niveles de educación, sino que aquellos que ingresan hoy al mercado laboral, tendrán que redirigir sus carreras 5 ó 7 veces durante su vida laboral. La necesidad de una educación permanente, a lo largo de la vida, es evidente.
Actualmente es axiomático que quien abandona el sistema educativo abandona también las mejores partes del sistema económico.
Y, como ustedes saben muy bien, a la educación se le exige más que enseñar nuevas habilidades. La Educación es la enhebradora mágica a través de la cual la humanidad teje la información, convirtiéndola en elementos significativos como el conocimiento, la comprensión, los sentimientos de autoestima y dignidad. A través de esta enhebradora mágica, tejemos la civilización misma.
Para sobrevivir, las organizaciones, incluyendo organizaciones educativas, deben responder a su entorno. El ambiente está gritando a las instituciones educativas pidiendo ayuda urgente. La respuesta es sincera, pero lenta y estrecha, y no en la escala requerida.
Predominantemente, nuestras instituciones educativas están enfrentando el futuro corriendo hacia él, armadas con muchos profesores maravillosos, pero con herramientas arcaicas. Demasiadas clases de hoy se parecen a las clases de hace 100 años.
¿Funcionará esto en un mundo en el que Federico Mayor, Director General de la UNESCO, nos informa que la población mundial excederá los 6 mil millones para el año 2000 y será de entre 9 y 12 mil millones para el año 2100?
La pregunta es, ¿Cómo llevamos el proceso educativo de donde está, a una posición más cercana a su potencial?
Giremos hacia la tecnología en busca de orientación
Isaac Asimov, un gran profesor y un gran escritor de ciencia-ficción, era instructivo cuando decía:
"Para que un avance tecnológico sea verdaderamente básico, tiene que cambiar al mundo entero. En el último medio siglo, la llegada de la televisión, de los aviones a propulsión y de la electrónica han mostrado ejemplos de avances tecnológicos de impacto mundial. Sin embargo, éstos palidecen ante la revolución de las comunicaciones."
Evidentemente, necesitamos adaptar las herramientas de esta revolución a favor de la educación. El mercado para la educación es inmenso porque la necesidad es inmensa y existe un incentivo en la economía creciente así como en la realidad social, para responderla.
Cuando uno analiza el entorno, uno ve miles de millones de dólares en recursos, mayormente recursos humanos, en campus universitarios, a la espera de un uso más eficiente, pues están geográficamente anclados. También se observa en este análisis los miles de millones de dólares en recursos de compañías de comunicación, que podrían ser usados más eficientemente.
Al invertir en la combinación de ambos, la fusión crea escuelas cibernéticas. Esto es lo que yo llamo fusión de Libre Mercado, que es el título registrado de mi próximo libro.
Muchas universidades pueden y están creando ciberescuelas por propia iniciativa. Ésta es una manera de fusionar la revolución de las comunicaciones en educación y borrar la distancia, y en muchos sentidos, el tiempo, en cuanto barreras para el acceso. También optimiza el alcance de los profesores al reunir estudiantes de varias partes del país o del globo en una ciberclase:
Si uno está aprendiendo japonés, un pequeño pueblo al este de Texas no tiene que contratar un profesor de japonés para tres estudiantes. Las ciberescuelas llevan la educación a las personas en vez de exigir que las personas vayan a la educación.
No voy a ennumerar todas las herramientas electrónicas que pueden ser utilizadas por los educadores. Escucharán de algunas de ellas del P. Sheeran y la Dra. Pease. En cambio, quiero expresar la utilidad fundamental de las ciberescuelas para enfrentar el problema.
Pensemos no sólo en cómo empaquetar educación tradicional en una clase electrónica. Pensemos también acerca de cómo las personas piensan y aprenden y cómo los cursos deberían ser presentados para una experiencia de aprendizaje electrónico más efectivo. El cerebro humano no trabaja de 9 a 5. La receptividad de la mente para aprender es muy diferente un sábado por la mañana a las 10 a.m. de lo que es un miércoles a las 8 de la noche, y ahora tenemos acceso al aprendizaje a ambas horas. En las ciberescuelas, los estudiantes participan en cursos a las horas que más les conviene, desde sus casas, sus ofici