En años recientes salieron a la luz fragmentos de una traducción desconocida del hebreo al griego. Se trataba de una sorprendente revisión temprana de la Septuaginta (c. 50 D. de C.) para conformarla con los Proto-Masoréticos cuando se hallaban en plena formación.
Según Dominique Barthélemy, autor del primer estudio de los textos llamados del “Proto-Teodoción”, los escribas y rabinos hicieron una serie de intentos de “alinear” la Biblia griega con la “cambiante” tradición textual inspirada por la autoridad religiosa de los líderes fariseos. Barthélemy estableció sólidamente que el “Proto-Teodoción” sirvió como base común para otras traducciones de la Biblia griega (p. ej. Teodoción y Símaco), y ante todo, la de Aquila [91].
Sorprende que el judaísmo rabínico haya emprendido, en una etapa tan temprana, la empresa de distanciar sus Escrituras Sagradas de los cristianos. Ello testimonia el intenso empleo que hizo la Iglesia cristiana apostólica del Antiguo Testamento para evidenciar el cumplimiento de los anuncios proféticos en el Señor Jesús. ¿Acaso en esta fecha temprana no circulaban ya los Evangelios con citas veterotestamentarias extraídas de la Septuaginta?