II Carta a los Tesalonicenses
Esta segunda carta fue también escrita en Corinto, poco después de la anterior, como lo acredita la permanencia de Silvano y Timoteo (cf. I Tes. 1, 1), para tranquilizar a los tesalonicenses que, por lo que se ve (2, 2 y nota), eran engañados por algunos sobre el alcance de aquella carta, cuyo contenido, lejos de rectificarlo, confirma el Apóstol en 2, 15 (Vulg. 2, 14). Porque no faltaban quienes descuidaban sus deberes cotidianos, creyendo que el día de Cristo había pasado ya, y que por consiguiente, el trabajo no tenía valor (cf. I Tes. 4, 16), o que las persecuciones que sufrían (v. 4; I Tes. 2, 14) pudiesen ser ya las del "día grande y terrible del Señor" sin que ellos hubiesen sido librados por el advenimiento de Cristo y la reunión con El (2, 1). S. Pablo los confirma en su esperanza (v. 5-12) y les da las aclaraciones necesarias refiriéndose en forma sucinta a lo que largamente les había conversado en su visita. De ahí que, para nosotros, el lenguaje de esta carta tenga hoy algún punto oscuro que no lo era entonces para los tesalonicenses (cf. 2, 5). "¿No debe esto despertarnos una santa emulación para no saber hoy menos que aquellos antiguos?".