Lo que hace la Iglesia por las víctimas del SIDA

Conclusiones de un estudio encargado por la Santa Sede sobre la situación y atención a los enfermos del SIDA en 112 países

 


- Del total de quienes se ocupan de los enfermos de VIH-SIDA en el mundo el 9.4% son Organismos eclesiales y el 15.1% Organizaciones no gubernamentales católicas. Esto es, el 24.5% se encuentra en manos de católicos. Sus recursos, comparándolos con el conjunto de recursos que se emplean suman solamente el 20.6% y en su gran parte no son recursos públicos sino privados. Ello nos lleva a dos conclusiones: la primera, que urge un conocimiento mutuo de estos agentes católicos de pastoral sanitaria para una ayuda recíproca y una mayor efectividad; la segunda que urge optimizar los recursos para una mejor y mayor atención a los enfermos.

- Otra conclusión pudiera ser la claridad en las metas y por tanto la claridad en la orientación en el trabajo pastoral, todo eso lo podemos reportar desde la doctrina que el Santo Padre nos expone respecto al problema del HIV-SIDA. Señalamos en especial la acción de prevención, y en ella, algo específicamente cristiano que el Papa señala claramente: hay que destacar la fuerza que debe tener en nuestros días la virtud de la castidad.- No cabe duda que en la dimensión secularista de nuestro mundo esta solución aparece como una ilusión y en algunos casos, como algo mojigato, prejuicios, con relación a lo terrible de una realidad que parece desbordar los dominios de la moralidad; sin embargo, no cabe la menor duda que para la Pastoral de la Iglesia católica, la virtud de la castidad aparece ahora como el reclamo más urgente en el ramo y que debe incrementarse tanto en su presentación oportuna y clara, como en su realización práctica. La virtud de la castidad aparece, es verdad, como un nadar contra la corriente en una sociedad pansexualista como la de hoy; pero es la solución verdadera al problema del contagio sexual. Lleva consigo toda una visión antropológica del amor y del sexo, y debe comprenderse en toda su extensión social, familiar, individual y personal. Se comprende de una manera en la exigencia de la castidad matrimonial y se vive de otra forma en la existencia célibe. Sin esta visión aceptada por la fe, se entiende cómo para muchos sólo queda como algo práctico el recurso a los preservativos. Sin la fe, se entiende también como para muchos sea un absurdo el que la Iglesia católica no acepte en su práctica de prevención dichos preservativos.- Dentro de la prevención se encuentra también una recta perspectiva frente a las substancias psicotrópicas y los estupefacientes, ya que según las conclusiones de la encuesta, se encuentra una incidencia fuerte entre la tóxicodependencia y el VIH-SIDA.- Respecto al trato a los seropositivos destacan las acciones de los Gobiernos de los diferentes países que hay que reconocer y animar. Hay que intensificar la acción de todo aquel que se está preocupando de estos enfermos; en todos hay que aumentar solidariamente la conciencia del buen samaritano, que en estos hermanos nuestros ve a los más pobres y desprotegidos que han caído en las garras de este terrible mal y hacia los cuales se exige la acción preferencial de todos.- Frente al drama espantoso que viven en especial los dos millones de niños huérfanos en el Africa sushariana, de padres muertos por la infección del VIH-SIDA, y la mayor parte de ellos también contagiados por dicha enfermedad, urge sensibilizar a todo el mundo para ir apresuradamente en su ayuda.

Últimamente ha habido una iniciativa que parece oportuno secundar: que se oficialice en todo el mundo el día de los niños contagiados de VIH -SIDA y que este día sea el 28 de diciembre, día en que la Iglesia católica celebra el día de los Santos Inocentes. Las ayudas pueden ser de todo tipo, una que muchas veces se olvida, y es evidente que se olvide en un mundo secularizado, es la oración. Será un medio especialísimo que tenemos para combatir esta plaga que nos ha inundado. Quiera la Virgen Santísima, salud de los enfermos, ir en ayuda muy particular de tantos niños desamparados que mueren continuamente a causa de este terrible mal y en general de todos los aquejados por el VIH -SIDA.
Vaticano 5 de julio de 2002
Javier Lozano Barragán
Presidente del Pontificio Consejo para la Pastoral de la Salud
Ciudad del Vaticano - Santa Sede