Bendita y amada del Señor, y gloriosa Santa Rosa,
por aquella felicidad que recibisteis de poder uniros a Dios
y prepararos para una santa muerte, alcanzadme
de su divina Majestad la gracia de que purificando
mi conciencia, con los sufrimientos de la enfermedad
y con la confesión de mis pecados, merezca disponer
mi alma, confortarla con el viático santísimo del cuerpo
de Jesucristo a fin de asegurar el trance terrible de lo muerte,
y poder volar por ello o la eterna bienaventuranza de la gloria.
Así sea.