En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Breve Historia
Viendo Felipe el éxito que había tenido en la educación de los hijos de Galeoto decide ir a la universidad para formarse más, pues había descubierto que para llevar a las almas a Cristo no sólo se requería un alma santa y fervorosa sino también bien instruída. Estudió filosofía en la “Sapienzia” y teología en “Sant’Agostino”. Estudió mucho hasta que creyó haber aprendido de las universidades todo lo que éstas le podían aportar para mejor amar a Dios y darlo a conocer. A partir de entonces la ciencia del amor se la enseñará Cristo crucificado. Se desprendió de los libros y se dedicó a “la universidad de la oración”, llegando a veces a las cuarenta horas seguidas. Aun así, leía atentamente tanto la Sagrada Escritura como la Summa Teológica de Santo Tomás, obra que le fue muy querida. Es en este tiempo de ermitaño, que duró diez años, en el que Felipe comenzó la visita a los hospitales, especialmente el de San Jacobo de los Incurables donde sirve como a Cristo mismo a los pobres enfermos, vela en oración noches enteras en las distintas iglesias romanas o en las catacumbas de San Sebastián, duerme en sus atrios, inaugura la peregrinación llamada “la visita a las siete iglesias” y vive solitario, pasando lo más desapercibido posible. En este periodo comienza también con su particular forma de apostolado: se pasea por las plazas, entra en los negocios y en los bancos, y conversa con la gente de temas espirituales de un modo atrayente, especialmente con los jóvenes, a los que solía repetirles: “¿cuándo vamos a comenzar a ser buenos?”.
Doctrina
San Felipe decía que uno siempre debe desconfiar y jamás fiarse de sí mismo: “Obra mal, el que se fía de sí mismo así como el que se pone en ocasión de pecar, pensando: “no caeré, no lo permitiré”; en ese caso hay señal manifiesta de que caerá seguro con grave daño a su alma”.
“No hay cosa que desagrade tanto a Dios como el engreírse por la propia estima. Dios permite nuestras grandes caídas para limpiarnos de la soberbia”.
Decía san Felipe que para alcanzar la santa humildad era necesario: “despreciar el mundo, no despreciar a nadie, despreciarse a sí mismo y no hacer caso de verse despreciado”.
Petición particular para este día.
Letanías
Discernidor de espíritus Ruega por nosotros.
Sacerdote destacado Ruega por nosotros.
Espejo de vida divina Ruega por nosotros.
Modelo de humildad Ruega por nosotros.
Ejemplo de sencillez Ruega por nosotros.
Luz de la santa alegría Ruega por nosotros.
Oremos
Señor Dios, que no cesas de enaltecer a tus siervos con la gloria de la santidad, concédenos que el Espíritu Santo nos encienda con aquel mismo fuego con el que abrasó el corazón de San Felipe Neri.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén