Las estrategias principales que la "cultura de la muerte" ha usado para promover el aborto, la anticoncepción y la "educación" sexual hedonista ahora se han intensificado y se extienden a la manipulación de embriones humanos Ya no es solo el aborto, ya sea quirúrgico o el causado por los anticonceptivos abortivos, la única manera silenciosa y escondida en que la "cultura" de la muerte destruye a los seres humanos no nacidos. Lo es también la fecundación in vitro, la clonación y la experimentación con embriones humanos. Por otro lado, está el crimen de la eutanasia. Éste también ocurre en el silencio y a la sombra de las instalaciones médicas, revestido así de una apariencia de legitimidad. Es parte del engaño de la "cultura" de la muerte, de encubrir la destrucción de la vida de un ser humano con una fachada de "piedad".
Es necesario profundizar en nuestro conocimiento sobre el avance que ha tenido la "cultura" de la muerte durante los últimos meses. Se precisa una reflexión que ahonde en las estrategias y engaños presentes en los nuevos ataques de esta falsa "cultura". Este texto tiene ese propósito. Se trata de desenmascarar los nuevos "rostros" de la "cultura" de la muerte.
La necesidad de esa reflexión es apremiante, pues mientras más silencioso es el enemigo, más difícil es de combatir. Existe el peligro de que la conciencia, aún la de los buenos, se adormezca ante el sigilo de estas formas de atacar la vida humana, con el consecuente debilitamiento de la acción en defensa de la vida. Ello hay que impedirlo a toda costa.
¿Qué es la "cultura" de la muerte?
El término "cultura" de la muerte se refiere a una mentalidad, a una manera de ver al ser humano y al mundo, que fomenta la destrucción de la vida humana más débil e inocente por parte de los más fuertes y poderosos, de los que tienen voz y voto. El término "cultura" de la muerte fue acuñado por el Papa Juan Pablo II en su Encíclica El Evangelio de la Vida, publicada el 25 de marzo de 1995.
Aunque en realidad la "cultura" de la muerte comenzó cuando, en el umbral mismo de la historia, satanás engañó al hombre y éste, por su propia voluntad, cayó en el pecado, y aunque la "cultura" de la muerte se ha extendido por toda la historia de la humanidad, ha sido en los últimos siglos que esta "cultura" de la muerte ha asumido unas características sin precedentes. "...[E]stamos frente a una realidad más amplia, que se puede considerar como una verdadera y auténtica estructura de pecado, caracterizada por la difusión de una cultura contraria a la solidaridad, que en muchos casos se configura como verdadera 'cultura de muerte'" (El Evangelio de la Vida, núm. 12.).
¿Y qué es lo nuevo de esta "cultura" de la muerte? El Papa responde diciendo: "Con las nuevas perspectivas abiertas por el progreso científico y tecnológico surgen nuevas formas de agresión contra la dignidad del ser humano, a la vez que se va delineando y consolidando una nueva situación cultural, que confiere a los atentados contra la vida un aspecto inédito y --podría decirse-- aún más inicuo ocasionando ulteriores y graves preocupaciones: amplios sectores de la opinión pública justifican algunos atentados contra la vida en nombre de los derechos de la libertad individual, y sobre este presupuesto pretenden no sólo la impunidad, sino incluso la autorización por parte del Estado, con el fin de practicarlos con absoluta libertad y además con la intervención gratuita de las estructuras sanitarias" (El Evangelio de la Vida, núm. 4).
El Papa aquí nos dice que la nueva forma que ha asumido la "cultura" de la muerte es inédita (es decir, nueva, no tiene precedentes en la historia) y aún más inicua (es decir, peor que antes). Ello se debe, explica el Santo Padre, a que el progreso científico y tecnológico de los últimos tiempos, que por una parte es una bendición de Dios por todo el bien que hace, por otra, sin embargo, en manos de gente mala, ha sido utilizado para hacer el mal y para hacerlo a gran escala, como nunca antes.
Pero ello no es lo peor. Juan Pablo II explica que lo inédito, lo nuevo, de esta "cultura" de la muerte, es el hecho de que gran parte de la sociedad la justifica en nombre de una falsa libertad individual y que incluso ha logrado, en muchos países, que el gobierno la legalice y que un gran sector de la comunidad médica la practique.
El aborto, la eutanasia y la manipulación de embriones son los ejemplos más tristes de esta situación que describe el Papa. Ya no se trata principalmente de una matanza de seres inocentes por medio de guerras y atropellos bélicos, sino de una silenciosa y sutil, pero más aún nefasta destrucción de la vida humana, que cuenta incluso con la aprobación de un gran sector de la sociedad, con el amparo de la ley y que es perpetrada precisamente por algunos de aquellos que se supone sean los primeros defensores de la vida: los médicos y otros profesionales de la salud.
Eugenesia y "cultura" de la muerte
Decíamos que la "cultura" de la muerte se caracteriza por formas de atacar la vida humana inocente e indefensa por parte de los fuertes y poderosos. Ello nos lleva precisamente a una de las características fundamentales de la mentalidad de la "cultura" de la muerte: la eugenesia.
La eugenesia es la reproducción planificada y sistemática de los seres humanos de forma tal que se reproduzcan los que son "superiores" y que no se reproduzcan o que se eliminen los "inferiores". Esta definición de eugenesia es la que se desprende del pensamiento y del activismo de sus proponentes, que en breves momentos examinaremos. Pero antes de entrar en ello quiero señalar un par de cosas que me parecen muy importantes:
La primera es bien sencilla y evidente. Es el hecho de que la definición de superioridad e inferioridad de la eugenesia queda en manos de los que precisamente fomentan esta "cultura" de la muerte. En mi opinión, en el año 1922, tuvo lugar un hecho importantísimo que contribuyó sobremanera a la formación de la actual "cultura" de la muerte. Lamentablemente, pienso que a este hecho no se le ha dado la debida importancia. Me refiero a la publicación, en Alemania, del libro titulado Die Freigabe der Vernichtung Lebensumwertern Lebens ("La exoneración de la destrucción de la vida carente de valor"), del psiquiatra Alfred Hoche y del jurista Karl Binding. La idea de que existen personas cuyas vidas "carecen de valor" -por causa de enfermedad, limitaciones físicas o mentales, sufrimiento, vejez, etc.- influyó en los programas eutanásicos y de eliminación de los judíos y de otras personas por parte de los nazis.
Obsérvese que hemos dicho que la idea de que la vida de algunos seres humanos carece de valor influyó en los programas de los nazis y no al revés. Las ideas tienen consecuencias. Y las malas ideas tienen consecuencias funestísimas. Estos intelectuales alemanes, personas en posiciones de poder, definieron quiénes merecían vivir y quiénes no. Luego, otros se encargaron de llevar su diabólica mentalidad a la práctica. Lo mismo está sucediendo hoy.
La segunda cosa que quiero señalar es que la mentalidad eugenésica no es simplemente una idea más en el arsenal de la "cultura" de la muerte. Por el contrario, la eugenesia engloba esta "cultura". Es una de sus motivaciones principales, la otra es el hedonismo, es decir, el culto al placer. La tentación del diablo que ocasionó el pecado original fue la famosa frase de la serpiente a Adán y Eva: "¡Seréis como dioses!" (Génesis 3:5). Y la manera más poderosa de ser como dioses, es decir, de dominar a los demás, es controlando la fuente de la vida y por supuesto, la muerte.
Margaret Sanger, la fundadora de Paternidad Planificada, la filial en Estados Unidos de la Federación Internacional de Planificación de la Familia (IPPF, por sus siglas en inglés), la organización que más promueve el aborto en todo el mundo, dijo lo siguiente: "Más hijos para los capacitados; menos hijos para los incapacitados, ésa es la esencia del control de la natalidad" (The Birth Control Review, mayo de 1919).
Muchas veces nosotros los provida hemos denunciado las falsedades del control demográfico. Hemos refutado el mito de la "sobrepoblación". Hemos alertado sobre la mentalidad imperialista presente en los programas controlistas que el primer mundo le quiere imponer a América Latina a base de condicionamientos y presiones económicas. Pero no podemos olvidar que en la base de todo ello hay una mentalidad eugenésica, que es una mentalidad de dominación, del ejercicio absoluto del poder sobre los débiles, inocentes e indefensos. Es la mentalidad provocada por el pecado de querer ser como dioses, del pecado de la soberbia, el padre de todos los pecados.
Breve resumen histórico de la "cultura" de la muerte
Se pudiera decir que la "cultura" moderna de la muerte comenzó a finales del siglo XVIII con la publicación del libro Essay on the Principle of Population ("Ensayo sobre el principio de la población") de Thomas Robert Malthus (Jacqueline Kasun, The War Against Population. The Economics and Ideology of Population Control, San Francisco: Ignatius Press, 1988, p. 26). En esa obra, el autor, profesor de economía política, sostuvo la errónea teoría de que había que controlar el crecimiento de la población, especialmente de "las clases inferiores de la sociedad", ya que el mismo era mayor que la producción de los alimentos. Malthus creía que si se les negaba a los pobres la ayuda económica, tanto pública como privada, éstos "se darían cuenta" de las "ventajas" de limitar sus familias de acuerdo con sus ingresos (Ibíd., 157). Aquí, evidentemente vemos la mentalidad eugenésica, que luego repercutió en la Alemania Nazi y en Margaret Sanger.
De hecho, Margaret Sanger, cuya nefasta influencia se dejó sentir en la primera mitad del siglo XX, publicó, precisamente en 1922, un libro titulado The Pivot of Civilization ("El pívot de la civilización"), por medio del cual divulgó las ideas eugenésicas. El siguiente pasaje de este libro revela con toda claridad el carácter eugenésico de la ideología de Sanger y constituye un eco perfecto del pensamiento de Malthus: "La caridad organizada es el síntoma más seguro de que nuestra sociedad ha criado y continúa criando, perpetuando y aumentando cada vez más el número de defectuosos, delincuentes y dependientes. La atención que se les da a las mujeres pobres es la filantropía más dañina e insidiosa. El crecimiento de la clase obrera debería ser regulado, puesto que son imbéciles benignos, que estimulan a los elementos defectuosos y enfermos de la humanidad para que sean más irresponsables, se extiendan y se reproduzcan. Debemos eliminar los yerbajos humanos, aislar a los idiotas, los desajustados y los que no sirven, y esterilizar a la raza genéticamente inferior" (The Pivot of Civilization, New York: Brentano's, 1922, p. 108).
Lógicamente la eugenesia de Sanger la llevó al racismo. La siguiente cita lo demuestra fehacientemente: "No queremos que nadie se entere de que queremos eliminar a la población negra y el ministro religioso es el hombre que puede aclarar esa idea, si alguna vez se le ocurre al más rebelde de sus miembros" (citado en Madeline Gray, Margaret Sanger: A Biography, Nueva York: Mare