Jesús en la cruz estuvo acompañado por su madre la Virgen María, unas cuantas mujeres y el más joven de los doce apóstoles, Juan. Así, en medio del peligro que corrían los discípulos del Señor, el más valiente no fue el de mayor edad o el más preparado, sino un simple muchacho.
En ese sentido, aquí presentamos algunas reflexiones sobre el rol de la juventud y de María al pie de la cruz.
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"Jesús, al ver a su madre y cerca al discípulo que tanto quería, dijo a su madre: 'Mujer, ahí tienes a tu hijo'. Luego, dijo al discípulo: 'Ahí tienes a tu madre'. Y desde aquella hora, el discípulo la recibió en su casa" (Jn. 19, 26-27).
Juan es conocido como "el discípulo amado de Jesús" y el único de los apóstoles que no murió martirizado. Tenía tanta confianza con Jesús que en la última cena reclinó su cabeza sobre el pecho del maestro, y el Señor no dudó en dejarlo al cuidado de su Madre.
En la figura del evangelista Juan se puede ver el cariño especial que Jesús tiene por la juventud. No la ahuyenta, ni la juzga, ni la menosprecia, sino que se muestra cercano y confía en ella para darle a la Iglesia algo preciado que tiene, su mamá.
La juventud es la porción más importante de la Iglesia y representa la esperanza del cristianismo, porque son los jóvenes los que tendrán la misión de anunciar el Evangelio con María en el futuro.
Uno de los que entendió este mensaje fue San Juan Bosco, padre y maestro de la juventud, quien solía decir: "De la sana educación de la juventud, depende la felicidad de las naciones".
En este sentido, San Juan XIII escribió en su encíclica Pacem in Terris (153): "Es, por tanto, del todo indispensable que la formación de la juventud sea integral, continua y pedagógicamente adecuada, para que la cultura religiosa y la formación del sentido moral vayan a la par con el conocimiento científico y con el incesante progreso de la técnica".
Esta predilección por los jóvenes fue también asumida por San Juan Pablo II, quien creó las Jornadas Mundiales de la Juventud y en el Jubileo de los Jóvenes de 1984. "Dejad queridísimos jóvenes que Cristo se ponga a vuestro lado con la palabra de su Evangelio y la energía vital de sus sacramentos", les dijo.
Y añadió: "Si tenéis el coraje de abrirle las puertas del corazón y acogerlo en la vida, descubriréis en Él el gozo de la verdadera libertad".
Por lo tanto, la juventud ha jugado y sigue jugando un rol importante en la "cruz" de la vida y de la sociedad y para la creación de nuevas familias cristianas. Aquí la razón del porqué el Papa Francisco también ha alzado su voz para defenderlos de la exclusión.
"Queridos jóvenes, llevemos nuestras alegrías, nuestros sufrimientos, nuestros fracasos a la Cruz de Cristo; encontraremos un Corazón abierto que nos comprende, nos perdona, nos ama y nos pide llevar este mismo amor a nuestra vida, amar a cada hermano o hermana nuestra con ese mismo amor", señaló el Pontífice en el Vía Crucis de la JMJ Rio 2013.
Más adelante, en la vigilia de la JMJ de Cracovia 2016, el Pontífice los exhortó a no caer en la tentación de la comodidad, pues el Señor los llama a dejar huella.
"Jesús no es el Señor del confort, de la seguridad y de la comodidad. Para seguir a Jesús, hay que tener una cuota de valentía, hay que animarse a cambiar el sofá por un par de zapatos que te ayuden a caminar por caminos nunca soñados y menos pensados, por caminos que abran nuevos horizontes, capaces de contagiar alegría, esa alegría que nace del amor de Dios, la alegría que deja en tu corazón cada gesto, cada actitud de misericordia", afirmó.