Muy cerca al ingreso a la Basílica de Nuestra Señora Guadalupe en Ciudad de México, en un espacio sencillo y algo desapercibido, hay una réplica de la Virgen María, diseñada especialmente para que los ciegos la puedan "ver" con sus manos.
"Es una donación hecha por el Instituto de Cultura Italiana y la Embajada de Italia", explicó a ACI Prensa el sacerdote italiano y misionero javeriano Umberto Mauro Marsich, la mañana del 11 de febrero, mientras limpiaba la imagen, elaborada con fibra de nylon muy resistente.
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El sacerdote dijo que la imagen es "una donación a la Arquidiócesis de México, para que los invidentes puedan venir aquí" a venerar a la Virgen de Guadalupe.
"Primero leen en braille toda la descripción, la simbología náhuatl de la imagen" en un cartel al costado, "y luego pasan y la tocan con sus manos para que tocándola puedan verla", indicó.
El 9 de diciembre de 1531, apenas 10 años después de la conquista de México, la Virgen de Guadalupe se apareció por primera vez a San Juan Diego, un humilde indio mexicano convertido al cristianismo.
El encuentro ocurrió en el cerro del Tepeyac, ubicado al norte de la Ciudad de México. La Virgen le habló a Juan Diego en su idioma, el náhuatl, idioma azteca.
Ante la incredulidad de Mons. Juan de Zumárraga, primer Obispo de México, al testimonio de Juan Diego, Santa María le encomendó recoger unas rosas que –a pesar del invierno y de la aridez de la zona– habían florecido en las inmediaciones.
Juan Diego llevó estas rosas dentro de su tilma –una especie de manto sencillo– y las dejó caer frente al Prelado mexicano. En ese momento apareció grabada en la tilma la imagen de la Virgen de Guadalupe ante todos los presentes.
La imagen de Nuestra Señora de Guadalupe tiene importantes simbolismos, desde el cabello –que suelto como está para los aztecas es señal de virginidad–, su estado de embarazo, la flor de cuatro pétalos hasta los rasgos de su juventud, entre los 18 y 20 años.
El P. Marsich, doctor en Teología Moral y docente de la Universidad Pontificia de México, tuvo un rol clave en la elaboración y posterior donación de la réplica para invidentes de la imagen de la Virgen de Guadalupe.
La idea nació en 2008, recordó, con ocasión de la exposición de la pintura de la Virgen de la Pera en México. Esa obra había llegado al país acompañada de una imagen en bajorrelieve mucho más sencilla.
Durante la exposición, dijo el sacerdote, se hizo presente "el presidente de los invidentes de México", quien al tocar "la imagen reproducida en bajorrelieve dijo '¿por qué no hacemos algo parecido de la Virgen de Guadalupe, para que los invidentes, tocándola, puedan verla?'".
Ahí también se encontraban tres italianos, incluido el P. Marsich. "Estábamos (Franco) Faranda, que era el que traía la imagen de Italia (y) que es el encargado de la obra de arte de una región italiana, estaba el director del Instituto de Cultura Italiana y estaba yo".
Al retirarse de la exposición, a bordo de un taxi, los tres italianos "tomamos la decisión de realizar la obra".
"Mi amigo Faranda regresó a Italia y buscó personas que hicieran la donación económica".
La imagen, dijo, se elaboró en la ciudad de Faenza (Italia) en 2009. El costo de su producción superó los 20 mil euros (alrededor de 22 mil dólares).
Pocos días después de completada, la llevaron a la Basílica de San Pedro, en el Vaticano, y ahí recibió la bendición del Papa Benedicto XVI. Finalmente, la imagen llegó a México.
La blanca escultura fue colocada al interior de la Basílica de Guadalupe el 9 de diciembre de 2009.
"El día de la entrega, de la bendición, había más de 100 invidentes en la Basílica (de Guadalupe), y yo fui testigo de la emoción de los invidentes que, pudiéndola tocar finalmente, descubrían la belleza del mensaje que le llegaba a través de la simbología náhuatl, que es una simbología luminosísima".
"Obviamente estaban tan emocionados que lloraban los invidentes", recordó.
Sin embargo, precisó, la imagen no es solamente para ser contemplada por las personas con discapacidad visual.
También los que podemos ver la podemos tocar, subrayó, para manifestar "así de alguna forma nuestro afecto, nuestro cariño, nuestra ternura para María, la Virgen de Guadalupe".
"Yo de vez en cuando vengo, sea como peregrinación personal, pero sobre todo para darle una limpiadita, quitarle el polvo en las esquinitas, etc., de manera que se vea bien", indicó, y subrayó que esta labor es especialmente importante "ahora que va a llegar el Papa" a México.
El P. Marsich tiene 72 años, de los cuales lleva 45 como sacerdote. Hace 40 años llegó a México.
Diez de estos años la pasó como misionero entre indígenas náhuatl. "Soy viejito pero todavía vivo y muy feliz en este México", aseguró.
El sacerdote italiano expresó su deseo de que otros obispos se animen a pedir una réplica de la imagen blanca de la Virgen María para sus diócesis.
Una réplica, aseguró, costaría mucho menos que el original.