En el marco de la fiesta de Santo Domingo de Guzmán, este 8 de agosto, les compartimos una visión mística del santo junto a Jesús, la Virgen María y San Francisco de Asís. Aquí todos los detalles.
El Beato dominico Santiago de La Vorágine en su libro de santos La leyenda dorada señala que un fraile franciscano "socio durante varios años de San Francisco" le contó a varios dominicos que Santo Domingo de Guzmán tuvo una visión mística en Roma, cuando buscaba que su orden fuera aprobada.
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En oración y éxtasis, el santo observó que Cristo le iba a arrojar al mundo 3 lanzas. Ante esto, la Virgen Santísima corrió hacia su Hijo para preguntarle qué era lo que estaba por hacer.
Cristo le respondió que con esas lanzas se dirigía "a destruir la tierra" porque estaba "corrompida por los tres vicios de la soberbia, la lujuria y la avaricia".
María entonces se postró a los pies del Señor y le suplicó que tuviera compasión de la humanidad, que la perdonara y apeló a su misericordia. Cristo le replicó preguntándole si no veía cómo Él era ofendido constantemente.
La Virgen le insistió diciendo: "¡Hijo mío! Modera tu indignación y espera un poquito más. Mira; voy a proporcionarte un siervo fiel, un intrépido luchador que va a emprender una campaña a tu favor por toda la tierra. Él conseguirá vencer al mundo y someterlo a tu dominio".
"En esta empresa le ayudará un compañero, un siervo tuyo verdaderamente fiel y leal a tu causa, y entre los dos desempeñarán esta importante tarea", añadió la Madre de Dios.
Ante las súplicas de su Madre, Cristo aceptó y le pidió que le mostrara a esas personas. María, enseguida, le presentó a Santo Domingo de Guzmán. Jesús al verlo se entusiasmó y elogió a su buen siervo como un "luchador aguerrido y valiente" y expresó su confianza en que él pondría empeño en lo que había prometido su Madre.
Luego la Virgen le mostró también a San Francisco de Asís y el Señor igualmente lo elogió como a Domingo.
El relato indica que en ese momento Domingo miró atentamente a Francisco porque no lo conocía, ni lo había visto nunca.
Al día siguiente, en una iglesia, el fundador de los dominicos reconoció al fundador de los franciscanos. Se acercó, le dio un efusivo abrazo y le dijo: "Tú eres mi compañero; conmigo recorrerás el mundo. Establezcamos entre nosotros un compromiso de colaboración, seamos fieles a él y no habrá adversario que pueda vencernos".
Finalmente, Domingo le contó a Francisco la visión que tuvo durante la noche y desde ese entonces ambos amigos inculcaron entre sus órdenes religiosas una especial unión amical.
A través de la predicación con la palabra y el ejemplo, los santos lograron grandes conversiones.