En la época de Santa Juana de Arco (1412-1431), cuya fiesta se celebra este 30 de mayo, circulaba una antigua profecía atribuida al mítico mago Merlín en la que se hablaba de una virgen guerrera que salvaría a Francia con su espada.
Si bien no existen referencias históricas que demuestren que Merlín realmente existió, sí es un hecho que alrededor de esta figura se crearon mitos y leyendas, como la del rey Arturo.
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En la Iglesia Católica, Merlín no tiene ningún reconocimiento, pero llama la atención que algo que se le atribuye a este mago medieval se relacione con la santa francesa.
En el libro "Santa Juana de Arco: La cristera francesa", se describe que en Francia había algunas profecías que anunciaban la llegada de la "Pucelle" (doncella, virgen) en un tiempo muy crítico para la nación.
Entre estos vaticinios se encuentra la "profecía de Merlín", que se esparció por Francia ya desde el siglo V. "Vendrá una Virgen que cabalgará contra los arqueros y conservará secreta la flor de la virginidad", decía el augurio del mago.
"Francia se perderá por una mujer, y enseguida se recuperará por una virgen", afirmaba el oráculo.
De acuerdo al libro, la mujer sería la reina Isabel de Baviera y esposa del rey Carlos VI. Ella firmó un tratado en el que el Delfín (Carlos VII) fue desheredado. Además, entregó el reino bajo el dominio inglés.
En este sentido, según la obra, la virgen de la que hablaba la mítica profecía de Merlín se trataría de la gran Santa Juana de Arco, quien hizo un voto de castidad desde que recibió su misión del propio San Miguel Arcángel de proteger a Francia y al Delfín.
De acuerdo al sitio web de santos de las Siervas de los Corazones Traspasados de Jesús y María, la santa pidió vestirse de varón "para proteger su virtud".
Ella, guiada por las voces celestiales que escuchaba, se presentó ante Carlos VII, consiguió un grupo de soldados y lideró varias batallas con éxito hasta que logró que fuera coronado.
Santa Juana fue traicionada y murió quemada en una hoguera, gritando el nombre de Jesús. Pero siempre se mantuvo fiel a la Iglesia, que tras una exhaustiva investigación "post mortem" la declaró inocente y la llevó a los altares para ser venerada como una extraordinaria santa. Actualmente es patrona de Francia.