Entre los muchos penitentes que llegaron a confesarse con el Padre Pío de Pietrelcina está el querido Papa San Juan Pablo II, a quien el Santo de los estigmas ayudó a rezar por una especial intención.
Una "leyenda urbana" cuenta que el Padre Pío le dijo al santo polaco que sería Papa. Quienes la comparten dicen que el Santo de Pietrelcina le dijo “Vas a ser Papa y veo sangre”. Sin embargo, Karol Wojtyla negó estos dos veces durante su pontificado.
Recibe las principales noticias de ACI Prensa por WhatsApp y Telegram
Cada vez es más difícil ver noticias católicas en las redes sociales. Suscríbete a nuestros canales gratuitos hoy:
El milagro
Lo que el Papa San Juan Pablo II sí compartió fue que, cuando era Obispo Auxiliar de Cracovia (Polinia) en 1962, le escribió una carta al Padre Pío, pidiéndole rezar por una madre enferma de cáncer.
“Venerable padre, le pido decir una oración por una mujer polaca de Cracovia de 40 años, madre de cuatro hijas, que durante la última guerra mundial estuvo recluida 5 años en los campos de concentración y se encuentra ahora en gravísimo peligro a causa del cáncer. En Cristo”, escribió el entonces Mons. Karol Wojtyla.
Al recibir la carta, el Padre Pío dijo: “Aquí no podemos decir que no. Debemos rezar para contentar a este santo sacerdote”.
El 28 de noviembre de ese mismo año, Mons. Karol Wojtyla envió una carta al Santo fraile de los estigmas, esta vez de agradecimiento.
“Venerable padre, la mujer polaca de Cracovia, madre de cuatro hijas, el 21 de noviembre, antes de la operación quirúrgica, ha recuperado de improviso la salud. Demos gracias a Dios. A ti, padre venerable, la gratitud viva del esposo y toda la familia”, escribió.
La confesión
ACI Stampa, agencia en italiano del Grupo ACI, informó que el 5 de abril de 2002, San Juan Pablo II escribió una carta sobre su encuentro con el Padre Pío.
La misiva la envió a los frailes capuchinos de San Giovanni Rotondo para su archivo, pidiendo que no se publicara antes de su muerte. La carta fue publicada en el libro El Papa y el fraile.
En 1974, cuando visitó la tumba del Santo fraile capuchino, el entonces Cardenal Karol Wojtyla dejó un registro en el libro de visitas del convento en San Giovanni Rotondo. El Padre Pío “tenía un simple y claro discernimiento y trataba al penitente con un gran amor”, escribió Juan Pablo II.
“Este encuentro con él todavía vivo y estigmatizado en San Giovanni Rotondo, lo considero como el más importante y agradezco de modo particular a la Providencia por esto”, agregó.
El 23 de mayo de 1987 San Juan Pablo II, ya convertido en Papa, rezó ante la tumba del Santo de Pietrelcina y ese día, ante los religiosos franciscanos, dijo: “Grande es mi alegría por este encuentro y lo es por varios motivos. Como saben, estos lugares están ligados a recuerdos personales, es decir a mis visitas hechas al Padre Pío durante su vida terrena, o ya espiritualmente luego de su muerte, ante su tumba”.
En la Misa de canonización el 16 de junio de 2002 en la Plaza de San Pedro en el Vaticano, San Juan Pablo II afirmó que “el Padre Pío fue generoso dispensador de la misericordia divina, poniéndose a disposición de todos a través de la acogida, de la dirección espiritual y especialmente de la administración del sacramento de la penitencia”.
“También yo, durante mi juventud, tuve el privilegio de aprovechar su disponibilidad hacia los penitentes. El ministerio del confesionario, que constituye uno de los rasgos distintivos de su apostolado, atraía a multitudes innumerables de fieles al convento de San Giovanni Rotondo”.