El corazón incorrupto del fraile argentino, Mamerto Esquiú, quien se encuentra en proceso de beatificación, fue robado de la iglesia de San Francisco en la localidad de Catamarca (Argentina), por un sujeto desconocido luego de romper la urna donde se encontraba la reliquia.
"Sólo buscaban robar el corazón porque no se llevaron nada más", indicó el responsable del convento, Fray Jorge Martínez.
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El corazón de Fray Mamerto ya había sido robado en 1990, pero fue hallado una semana después en el techo de la iglesia, tras haber sido arrojado por un alumno del colegio que dirige la Orden, "quien se había enojado con el Padre director y en venganza robó el corazón y lo arrojó al techo", señaló el fraile.
Asimismo dijo que dos meses después "alguien" intentó matar a los frailes "poniendo veneno en la sopa" y al revisar las huellas digitales en las ollas descubrieron que "eran las mismas encontradas en la sacristía" cuando ocurrió el robo. Las huellas pertenecían a "un muchacho de quinto de secundaria, hijo de un médico forense", acotó.
Por su parte la policía de la localidad informó que dos testigos manifestaron haber visto al posible responsable del delito, un hombre joven que vestía jeans y sudadera negra, y tenía una notable barba, quien ingresó el martes por la tarde a la iglesia San Francisco y luego salió rápidamente del lugar antes de detectarse el robo.
Su vida
Fray Mamerto de la Ascensión Esquiú nació el 11 de mayo de 1826. Ingresó al noviciado del convento franciscano de Catamarca. A los 12 años inicio el estudio de la filosofía y a los 14 los de teología. A los 17 hizo sus votos. Celebró su primera Misa el 15 de mayo de 1849. Predicó en 1853 el famoso sermón de la Constitución, donde pidió concordia y unión para los argentinos, alcanzando trascendencia nacional.
Esquiú murió el 10 de enero de 1883 en la localidad catamarqueña de El Suncho. Sus restos mortales descansan en la catedral de Córdoba, pero su corazón incorrupto permanece en el convento franciscano de Catamarca.
La Congregación para las Causas de los Santos de la Santa Sede aprobó en octubre de 2006 la "heroicidad de las virtudes" de Esquiú, tras atribuírsele el milagro de la curación de un hombre que, luego de perder la vista, la recuperó al invocar su intercesión.