San Juan María Vianney, patrono de los párrocos, compuso una hermosa oración dirigida a Jesús en el siglo XIX, y ha sido recogida en el Catecismo de la Iglesia Católica.

Sobre el amor de Dios, el santo decía: "¡Amar a Dios! ¡Ay, qué hermoso es! Debemos estar en el Cielo para comprender el amor. La oración nos ayuda un poco, porque la oración es la elevación del alma al Cielo. Cuanto más conocemos a los hombres, menos los amamos. Es al revés con Dios; cuanto más sabemos de Él, más lo amamos".

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"Este conocimiento inflama el alma con tal amor que ya no puede amar ni desear nada más que a Dios. El hombre fue creado por amor; por lo tanto, está dispuesto a amar. Por otro lado, es tan grande que nada en la tierra puede satisfacerlo. Puede estar satisfecho sólo cuando se vuelve a Dios. Saca un pez del agua y no vivirá... Pues así es el hombre sin Dios".

Oración de San Juan María Vianney

Te amo, oh mi Dios.

Mi único deseo es amarte
hasta el último suspiro de mi vida.

Te amo, oh infinitamente amoroso Dios,
y prefiero morir amándote que vivir un instante sin Ti.

Te amo, oh mi Dios, y mi único temor es ir al infierno,
porque ahí nunca tendría la dulce consolación de tu amor,

Oh mi Dios,
si mi lengua no puede decir
cada instante que te amo,
por lo menos quiero
que mi corazón lo repita cada vez que respiro.

Ah, dame la gracia de sufrir mientras que te amo,
y de amarte mientras que sufro,
y el día que me muera
no sólo amarte sino sentir que te amo.

Te suplico que mientras más cerca esté de mi hora
final aumentes y perfecciones mi amor por Ti.

Amén.