Al celebrar las vísperas de la Fiesta de la Inmaculada Concepción, el Arzobispo de Managua (Nicaragua), Cardenal Leopoldo Brenes, realizó el tradicional grito con el que el país expresa su devoción y amor a la Virgen María.
"¿Quién causa tanta alegría?" gritó la noche del 7 de diciembre el Cardenal Brenes, al finalizar la Misa en la Catedral de Managua. Los fieles congregados en el templo contestaron: "¡La Concepción de María".
Recibe las principales noticias de ACI Prensa por WhatsApp y Telegram
Cada vez es más difícil ver noticias católicas en las redes sociales. Suscríbete a nuestros canales gratuitos hoy:
"¡María de Nicaragua!", continuó el Purpurado, a lo que los fieles respondieron: "¡Nicaragua de María!".
La tradición, también conocida como "el griterío", concluyó con vivas a la Virgen María.
En la homilía de la Misa, el Cardenal Brenes recordó que en la primera visita de San Juan Pablo II a Nicaragua, en 1983, "Su Eminencia el Señor Cardenal Miguel Obando y Bravo, de feliz recuerdo, le dijo una frase: 'Santo Padre, Nicaragua tiene tres grandes amores, el amor a Jesús Eucaristía, el amor a la Virgen y el amor al Papa'".
Cada 7 de diciembre, destacó el actual Arzobispo de Managua, "nuestros fieles recorren las calles, los caminos, para visitar a nuestra Madre, en el hogar, en el hogar de aquel vecino, en el hogar de aquel amigo".
"Detrás de todo esto (se encuentra) el amor a nuestra Madre, la Santísima Virgen María", que "está esperando a sus hijos, que llegan y se alegran con ella".
El Purpurado destacó que la celebración del "griterío" es una característica de Nicaragua, y aseguró que "cuando un nicaragüense, esté donde esté, oye la primera frase: ¿Quién causa tanta alegría?, no duda en responder inmediatamente: La Concepción de María".
Esto, subrayó, "no es una experiencia teórica, o aprendida así por así, sino que es una experiencia íntima que, estoy totalmente convencido, está grabada en lo más profundo de nuestra mente y de nuestro corazón".
Es "como un sello", aseguró, que es "muy difícil que se pueda borrar" y que dura "hasta el momento que cerramos nuestros ojos para realizar el camino al encuentro del Padre".