Ayer jueves 12 de mayo el Papa Francisco tuvo un encuentro con las participantes en la Asamblea Plenaria de las Superioras Generales (UISG) bajo el tema "Tejer la solidaridad global para la vida", donde se le pidió al Santo Padre crear una comisión que estudie la posibilidad de incluir mujeres en el diaconado permanente. A continuación la pregunta y la respuesta del Pontífice:
Pregunta: (...) En la Iglesia existe el oficio del diaconado permanente, pero está abierto sólo a los hombres, casados o solteros. ¿Qué impide a la Iglesia incluir mujeres entre los diáconos permanentes, al igual que ocurría en la Iglesia primitiva? ¿Por qué no crear una comisión oficial que pueda estudiar el tema? ¿Nos puede dar un ejemplo de donde usted ve la posibilidad de una mejor inserción de las mujeres y de las mujeres consagradas en la vida de la Iglesia?
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Papa Francisco: "Esta pregunta va en el sentido de 'hacer': las mujeres consagradas ya trabajan tanto con los pobres, hacen muchas cosas ... en el 'hacer'. Se toca el problema del diaconado permanente. Cualquiera podrá decir que las "diaconisas permanentes" en la vida de la Iglesia son las hermanas (risas). Efectivamente sucedía en la antigüedad, hubo un inicio ... Recuerdo que era un tema que me interesaba mucho cuando venía a Roma para las reuniones... y estaba alojado en el Domus Pablo VI, había un teólogo sirio muy bueno que hizo la edición crítica y la traducción de los Himnos de Efrén el Sirio. Un día le pregunté sobre este tema y me explicó que en los primeros tiempos de la Iglesia había algunas 'diaconisas'. Pero ¿qué son estas diaconisas? ¿Estaban ordenadas o no? Se habla en el Concilio de Calcedonia (451), pero es un poco oscuro. ¿Cuál fue el papel de las mujeres diaconisas en aquellos días? Parece - me dijo aquel teólogo, que ya ha fallecido, era un gran profesor, sabio, erudito- parece que el papel de las diaconisas fuese para ayudar en el bautismo de las mujeres en la inmersión, las bautizaban ellas, por una cuestión de pudor, también para hacer las unciones en los cuerpos de las mujeres, en el bautismo. Y también una cosa curiosa: Cuando había un juicio matrimonial porque el marido golpeaba a su mujer, y ésta iba a quejarse al obispo, las diaconisas eran las encargadas de ver los hematomas en el cuerpo de la mujer causados por los golpes del marido e informar al obispo. Esto recuerdo. Hay algunas publicaciones sobre el diaconado en la Iglesia, pero no está claro cómo era. Creo que voy a pedir a la Congregación para la Doctrina de la Fe que me informe acerca de los estudios sobre este tema, porque he respondido sólo en base a lo que había oído de este sacerdote que era un investigador erudito y válido, sobre el diaconado permanente. Y también me gustaría establecer una comisión oficial que pueda estudiar el tema: creo que hará bien a la Iglesia aclarar este punto. Estoy de acuerdo, y voy a hablar para hacer algo de este tipo.
Después dicen: 'Estamos de acuerdo con usted, Santo Padre, que referido otras veces la necesidad de un rol más incisivo de las mujeres en las posiciones decisionales en la Iglesia'. Esto es claro: '¿Nos puede dar algún ejemplo de donde usted ve la posibilidad de una mejor integración de las mujeres y de las consagradas en la vida de la Iglesia?'. Diré una cosa que viene después, porque he visto que hay una pregunta general. En las consultas de la Congregación para los religiosos, en las asambleas, las consagradas deben ir: esto es seguro. En las consultas sobre tantos problemas que se presentan, las consagradas deben ir. Otra cosa: una mejor inserción. Al momento no me vienen cosas concretas, sino siempre lo que he dicho antes: buscar el juicio de la mujer consagrada, porque la mujer ve las cosas con una originalidad diferente a la de los hombres, y esto enriquece: sea en la consulta, en la decisión, en la concreción".