Santa Rosa de Lima partió al cielo un 24 de agosto de 1617, en la fiesta de San Bartolomé Apóstol, tal como ella lo había predicho. Entonces, ¿por qué se le celebra el 23 de agosto en unos lugares y el 30 en otros? No se trata de una equivocación, sino de un calendario y de una costumbre especial.

De acuerdo al historiador José Antonio Benito, colaborador de la Enciclopedia Católica, el Papa Clemente X, quien canonizó a Santa Rosa de Lima en 1671, fijó su fiesta en la Iglesia universal para el 30 de agosto.

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Aunque usualmente la conmemoración de un santo coincide con el día de su partida al cielo, no se le podía dar el 24 porque ya era fiesta de San Bartolomé. 

La fecha más cercana libre en el calendario de la Iglesia era el 30, de modo que se optó por ese día. 

Por otro lado, según el historiador, tras el Concilio Vaticano II se reordenó el calendario litúrgico, y en 1969 se aprobó uno nuevo. Se mantuvo, no obstante, el principio de que la fiesta de cada santo debía celebrarse en la fecha en que murió, salvo que la Conferencia Episcopal del país vea oportuno otro día.

De esta manera, se dispuso que a Santa Rosa de Lima se le conmemore el 23 de agosto, probablemente porque era el día más cercano a la fecha de su fallecimiento. Además, el 24 continuó siendo día de San Bartolomé. 

Sin embargo, en el Perú y en muchos otros países la tradición estaba tan arraigada que se decidió conservar el 30 de agosto como fiesta solemne de la primera santa de América.