La famosa Santa Sofía, en Estambul (Turquía), fue en su día catedral bizantina y centro de la ortodoxia cristiana, antes de ser transformada en mezquita y luego en museo. Sin embargo, aunque es oficialmente neutral desde 1934, el pasado 23 de marzo sus minaretes fueron utilizados para llamar a la oración islámica. Algo que ya ocurrió el 3 de julio de 2016, la primera vez en 85 años.
Con el fin de desentrañar las motivaciones que se esconden detrás de esto, la Fundación pontificia internacional 'Ayuda a la Iglesia Necesitada' (ACN) entrevistó a Etienne Copeaux, historiador de la Turquía contemporánea. Este antiguo colaborador del Instituto Francés de Estudios Anatólicos (Estambul) e investigador del Centro Nacional de Investigación Científica dirige actualmente el blog Susam-Sosak, enteramente dedicado a Turquía. La entrevista la ha realizado Christophe Lafontaine.
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La demanda de devolución de esta basílica del siglo VI al culto musulmán ha cobrado fuerza desde el quinto centenario de la toma de Constantinopla en 1453. En el momento de la toma de la ciudad, llamada "la Fetih" en la que el sultán fue a celebrar la victoria en Santa Sofía, transformándola ipso facto en una mezquita.
Este gesto confirió un carácter sagrado y musulmán a la basílica, que se convirtió en un símbolo del islam turco, aunque, paradójicamente, se le dejó su nombre griego y cristiano, Aya Sofía. Atatürk, fundador y primer presidente de la República de Turquía de 1923 a 1938, decidió en 1934, ante gran escándalo de los clérigos, "secularizar" Santa Sofía, transformándola en un museo, y eso es lo que sigue siendo hasta hoy.
Ante estos intentos Copeaux asegura que de materializarse los intentos del Islam de devolver al culto musulmán Santa Sofía "es bastante improbable" que el "mundo ortodoxo", es decir, desde Grecia hasta Rusia permanecieran pasivos al respecto, especialmente "dado el complicado contexto actual del as relaciones con Rusia respecto a Siria.
Copeaux explica en la entrevista realizada por Ayuda a la Iglesia Necesitada, que la conmemoración [de la toma de Constantinopla] que tuvo lugar en 1953, "fue bastante modesta" y tuvo lugar durante un "periodo antisecular", es decir, "un período de retorno de los religiosos con el gobierno del Partido Democrático de Adnan Menderes que proclamó en 1956: 'La nación turca es musulmana'".
"Esta afirmación se corresponde con el carácter de Turquía, que se convirtió de facto en musulmana en un 99% tras el genocidio de los armenios, las expulsiones de los greco-ortodoxos y los pogromos de los judíos, y se ha convertido hoy en el lema preferido de la extrema derecha turca", aseguró el historiador.
También subrayó que "cuando el islam político recuperó el poder, de junio de 1996 a junio de 1997, el primer ministro Necmettin Erbakan prometió a sus votantes la restitución de la basílica al islam, pero no permaneció el suficiente tiempo en el poder como para llevar a cabo este proyecto".
Un deseo que también manifestó Recep Tayyip Erdogan, que de 1994 a 1998 fue alcalde de Estambul. "Sin embargo, fue depuesto por el Ejército en 1998 e incluso fue a prisión por atacar el laicismo", precisó el experto.
De hecho, Erdogán ya como presidente turco, recitó el primer versículo del Corán en Santa Sofía, y en marzo de 2019 declaró que quería reconvertir el museo en mezquita. Algo que podría estar relacionado con el llamado a la oración de los musulmanes del pasado 23 de marzo.
En ese sentido Copeaux destacó que "muchas de las medidas de Erdogan a partir de 2002, y especialmente de 2012, responden, al mismo tiempo, a la persecución de un objetivo político que se remonta a más de cincuenta años atrás, y a una revancha por su destitución en 1998".
"Así que la oración del pasado marzo es, en mi opinión, solo la culminación, por el momento modesta, de un largo proceso. No debemos ver el régimen de Erdogan como una ruptura, pues es el resultado de una larga corriente nacional-musulmana que no siempre ha sido subterránea", insistió el experto.
Ante esta situación la reacción de los cristianos en Turquía es fundamental aunque también muy complicada porque, según explica Copeaux, el "mundo cristiano" de Turquía, y especialmente lo que queda de la población ortodoxa, que fue principalmente expulsada en 1914, luego en 1955 y 1964, además de la expulsión de los ortodoxos del norte de Chipre en 1974, hacen que tengan un papel "extremadamente discreto, teniendo en cuenta lo que han vivido".
"Las consignas de discreción son incluso repetidas insistentemente por las autoridades religiosas: no causéis alboroto, no os quejéis nunca. Las reacciones del mundo ortodoxo en Turquía sólo pueden manifestarse a través del canal oficial del Patriarcado Ecuménico de Constantinopla. Sin embargo, la experiencia ha demostrado que las reuniones entre el patriarca y las autoridades turcas suelen ser muy convencionales y muy diplomáticas", apuntó.