Tras realizar la visita de cortesía al Presidente de la República, el Papa Francisco tuvo un encuentro con las autoridades, la sociedad civil y el cuerpo diplomático de Kazajistán, a quienes habló acerca del propósito de su viaje: ser peregrino de paz.
En su primer discurso en la "Sala de Conciertos Qazaq", a la que el Papa Francisco llegó en silla de ruedas desde el Palacio Presidencial, -recorriendo una distancia de 500 metros junto al presidente-, explicó que ha viajado hasta el país de Asia Central "como peregrino de paz, en busca de diálogo y unidad".
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El ejemplo del "dombra"
Unos minutos más tarde de lo previsto, el Papa Francisco habló ante las autoridades del "dombra", un instrumento musical tradicional de Kazajistán, y lo tomó como ejemplo para explicar la importancia de "no descuidar los vínculos con la vida de quienes nos han precedido", frente a los rápidos cambios sociales y económicos.
A continuación, recordó la visita que San Juan Pablo II realizó en 2001, quien definió este país como "tierra de mártires y creyentes, tierra de deportados y héroes, tierra de pensadores y artistas".
Volviendo al ejemplo del dombra, el Papa Francisco explicó que este instrumento se utiliza tocando sus dos cuerdas, y aseguró que "también Kazajistán está caracterizado por la capacidad de proceder creando armonía entre dos cuerdas paralelas".
A partir de este símil, el Papa dijo que en este país "resuenan las notas de dos almas, la asiática y la europea, que tienen una permanente misión de conexión entre dos continentes".
"Las cuerdas del dombra resuenan habitualmente junto a otros instrumentos de arco típicos de estos lugares. La armonía madura y crece en el conjunto, en la coralidad que hace armoniosa la vida social", defendió el Papa más tarde.
En este sentido, el Pontífice explicó que "alrededor de 150 grupos étnicos y más de 80 lenguas presentes en el país (...) componen una sinfonía extraordinaria y hacen de Kazajistán un taller multiétnico, multicultural y multirreligioso único, revelando su vocación peculiar, la de ser país del encuentro".
Libertad religiosa
El Santo Padre aseguró que es un honor participar en el VII Congreso de Líderes de las Religiones mundiales y tradicionales: "Oportunamente la Constitución de Kazajistán, al definirlo laico, prevé la libertad de religión y de credo".
"Una laicidad sana, que reconozca el rol valioso e insustituible de la religión y se contraponga el extremismo que la corroe, representa una condición esencial para el trato equitativo de cada ciudadano".
En esta línea, el Papa defendió que "la libertad religiosa constituye el mejor cauce para la convivencia civil".
"La tutela de la libertad, -continuó el Santo Padre-, aspiración inscrita en el corazón de todo hombre, única condición para que el encuentro entre las personas y los grupos sea real y no artificial, se traduce en la sociedad civil principalmente por medio del reconocimiento de los derechos, acompañados de los deberes".
El valor de la vida humana
"Desde este punto de vista, quisiera expresar aprecio por la afirmación del valor de la vida humana mediante la abolición de la pena de muerte, en nombre del derecho de todo ser humano a la esperanza", defendió el Papa.
Para el Papa Francisco, el dombra, como instrumento popular, "comunica la belleza de conservar el genio y la vivacidad de un pueblo".
"Es necesario -en todas partes- que la democracia y la modernización no se queden sólo en palabras, sino que confluyan en un servicio concreto al pueblo".
Además, defendió que es necesaria "una buena política hecha de escucha de la gente y de respuestas a sus necesidades legítimas, de una constante implicación de la sociedad civil y de las organizaciones no gubernamentales y humanitarias, con una atención particular respecto a los trabajadores, los jóvenes y los sectores más débiles".
Asimismo, destacó la necesidad de que en todos los países del mundo se tomen "medidas para luchar contra la corrupción".
"Este estilo político realmente democrático es la respuesta más eficaz a posibles extremismos, personalismos y populismos, que amenazan la estabilidad y el bienestar de los pueblos", aseguró a continuación.
El grito de los que imploran la paz
Utilizando el ejemplo del dombra como instrumento que une a Kazajistán con otros países del mundo, recordó que "Juan Pablo II vino aquí a sembrar esperanza, inmediatamente después de los trágicos atentados del 2001".
"Yo llego aquí mientras está en curso la insensata y trágica guerra originada por la invasión de Ucrania, mientras otros enfrentamientos y amenazas de conflictos ponen en peligro nuestra época", dijo el Papa Francisco.
Asimismo, explicó que llega a Kazajistán "para amplificar el grito de tantos que imploran la paz, camino de desarrollo esencial para nuestro mundo globalizado".
"El problema de algunos es hoy problema de todos, y quien ostenta más poder en el mundo tiene más responsabilidad respecto a los demás, especialmente a los países más expuestos a las crisis causadas por la lógica del conflicto", aseguró.
También aseguró "que los católicos, presentes en Asia central desde tiempos antiguos, desean seguir testimoniando el espíritu de apertura y diálogo respetuoso que distingue esta tierra".
Por último, el Papa agradeció la acogida recibida y pidió que "el Altísimo bendiga la vocación de paz y unidad de Kazajistán, país del encuentro".
"Raqmét! (¡Gracias!) ¡Que Dios bendiga Kazajistán!", concluyó el Santo Padre.