El Papa Francisco presidió hoy el rezo del Regina Coeli desde la ventana del estudio del Apartamento Pontificio ante miles de fieles que abarrotaron la Plaza de San Pedro. El Santo Padre alentó a seguir a Cristo con mentalidad de "siervo" y no de "manager".
En sus palabras previas a la oración mariana, el Santo Padre recordó que, al ser el Cuarto Domingo de Pascua, se celebra el "Domingo del Buen Pastor" que "cada año nos invita a redescubrir, con estupor siempre nuevo, esta definición que Jesús ha dado de sí mismo releyéndola a la luz de su pasión, muerte y resurrección".
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Francisco recordó que Cristo se inmoló en la Cruz, como dice la parábola y, por tanto, está claro "lo que significa que Él sea 'el buen pastor': ha ofrecido su vida en sacrificio por nosotros".
"Cristo es el pastor verdadero, que realiza el modelo más alto de amor por el rebaño: Él dispone libremente de su propia vida, ninguno se la quita, sino que la dona a favor de las ovejas".
Mientras "el pastor malo piensa en sí mismo y explota a las ovejas; el pastor bueno piensa en las ovejas y se dona a sí mismo", reiteró.
El Papa destacó que Cristo "es un guía que participa en la vida de su rebaño, no busca otro interés, no tiene otra ambición que la de guiar, nutrir, proteger a sus ovejas". Algo que hace "al precio más alto, el del sacrificio de la propia vida".
El Papa indicó que en el pastor bueno "contemplamos la Providencia de Dios, su solicitud paterna por cada uno de nosotros" y "donándose Jesús como Pastor que da la vida por nosotros, el Padre nos ha dado todo lo más grande y precioso que podía".
Es "el amor más alto y más puro, porque no es motivado por alguna necesidad, no es condicionado por algún cálculo, no es atraído por ningún deseo de intercambio"
Y, nosotros, "experimentamos una alegría inmensa y nos abrimos al reconocimiento de cuánto hemos recibido gratuitamente". Pero "contemplar y agradecer no es suficiente. Es necesario seguir al Buen Pastor", sobre todo "cuantos tienen la misión de guiar en la Iglesia –sacerdotes, obispos, Papas– están llamados a asumir no la mentalidad del 'manager' sino la del 'siervo', a imitación de Jesús que, despojándose a sí mismo, nos ha salvado con su misericordia".
En alusión a los nuevos sacerdotes de la diócesis de Roma, que ordenó por la mañana en la Basílica de San Pedro, pidió que la Virgen les conceda, también a él mismo y a los obispos, "servir al pueblo santo de Dios mediante la alegre predicación del Evangelio, la sentida celebración de los Sacramentos y la paciente y mansa guía pastoral".