El Papa Francisco renovó el compromiso de la Santa Sede para "investigar los abusos cometidos y asegurar la protección de los menores".
Así lo indicó en su discurso al Cuerpo Diplomático acreditado ante el Vaticano en el tradicional encuentro anual que se llevó a cabo este 9 de enero en la Sala Regia del Palacio Apostólico.
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En su discurso, el Pontífice recordó su viaje a Panamá con ocasión de la Jornada Mundial de la Juventud en donde asistieron "jóvenes provenientes de los cinco continentes, llenos de sueños y esperanzas, reunidos allí para rezar y reavivar el deseo y el compromiso de crear un mundo más humano" y añadió que "encontrar a los jóvenes es siempre una alegría y una gran motivación" porque "ellos son el futuro y la esperanza de nuestras sociedades".
Sin embargo, el Papa Francisco destacó que "como es tristemente conocido, no pocos adultos, entre los que se cuentan varios miembros del clero, fueron responsables de delitos gravísimos contra la dignidad de los jóvenes, niños y adolescentes, violando su inocencia y su intimidad".
"Se trata de crímenes que ofenden a Dios, causan daños físicos, psicológicos y espirituales a las víctimas y lesionan la vida de comunidades enteras", advirtió el Papa.
En esta línea, el Pontífice recordó el encuentro vaticano de los líderes de la Iglesia sobre la protección de menores, que se llevó a cabo en febrero de 2019, y afirmó que "la Santa Sede renueva su compromiso para que se investiguen los abusos cometidos y se asegure la protección de los menores, a través de un amplio espectro de normas que consientan afrontar dichos casos en el ámbito del derecho canónico y a través de la colaboración con las autoridades civiles, a nivel local e internacional".
"Ante heridas tan graves, resulta todavía más urgente que los adultos no depongan la tarea educativa que les compete, más aún, que se hagan cargo de dicho compromiso con mayor dedicación, para conducir a los jóvenes a la madurez espiritual, humana y social", dijo el Papa.
En su discurso, Francisco dirigió un recuerdo particular a todas las mujeres con ocasión del 25º aniversario de la IV Conferencia mundial de las Naciones Unidas sobre la mujer, que se celebró en Pekín en 1995, "deseando que en todo el mundo se reconozca siempre más el precioso papel de las mujeres en la sociedad y cese cualquier forma de injusticia, desigualdad y violencia contra ellas". Por ello, el Santo Padre afirmó que "toda violencia infligida a la mujer es una profanación de Dios" y añadió que "ejercer violencia contra una mujer o explotarla no es un simple delito, es un crimen que destruye la armonía, la poesía y la belleza que Dios quiso dar al mundo".