El Papa Francisco dedicó la homilía de la Misa de la mañana en la Residencia Santa Marta a hablar de la obediencia a Dios, afirmando que obedecerle es "tener la valentía de cambiar de camino", y que quienes se resisten cierran su corazón a la vida eterna.
El Pontífice explicó que la obediencia "mucha veces nos lleva por un camino que no es el que yo pienso que debe ser, hay otro". Por ello, dijo que obedecer es "tener la valentía de cambiar de camino, cuando el Señor nos lo pida". Y "quién obedece tiene la vida eterna", mientras que "quien no obedece la ira de Dios permanece en él".
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El Papa dijo que los sacerdotes y jefes judíos que ordenan a los discípulos no predicar más el Evangelio "estaban llenos de celos", pues "el número de creyentes crecía".
Tras ser encarcelados y liberados, los discípulos volvieron a predicar y Pedro respondió a las nuevas amenazas: "Hay que obedecer a Dios antes que a los hombres".
Sin embargo, los sacerdotes no entendían. "Eran doctores, habían estudiado la historia del pueblo, habían estudiado la profecías, habían estudiado la ley, conocían así toda la teología del pueblo de Israel, la revelación de Dios, sabían todo, eran doctores, y no fueron incapaces de reconocer la salvación de Dios. Pero, ¿por qué esta dureza de corazón? Porque no es dureza de cabeza, no es una simple cerrazón o testarudez. Y se puede preguntar: ¿Cómo es el recorrido de esta cerrazón, que es total, de corazón y de cabeza?".
El Pontífice respondió que "la historia de ser así de testarudo, el itinerario es el de cerrarse en sí mismo, es el de no dialogar, es la falta de diálogo". "Estos no sabían dialogar porque no sabían orar y escuchar la voz del Señor, y no sabían dialogar con los demás".
Francisco dejó claro que "solamente interpretaban cómo era la ley para hacerla más precisa, pero estaban cerrados a los signos de Dios en la historia, estaban cerrados a su pueblo" y "la falta de diálogo, esta cerrajón del corazón, les ha llevado a no obedecer a Dios".
Estos doctos de Israel "no sabían escuchar, no sabían dialogar. El diálogo se hace con Dios y con los hermanos".
Pero Francisco también quiso arrojar luz sobre este tema y aseguró que la señal de que una persona "no sabe dialogar" y "no está abierta a la voz del Señor, a los signos que el Señor hace en el pueblo", son la "furia y el deseo de silenciar a todos los que predican en este caso la novedad de Dios, es decir, que Jesucristo ha resucitado. No tienen razón, pero llegan a esto. Es un itinerario doloroso. Estos son los mismos que han pagado a los guardias del sepulcro para decir que los discípulos habían robado el cuerpo de Jesús. Hacen de todo para no abrirse a la voz de Dios".
Por ello, el Papa pidió rezar "por los maestros, los doctores, por aquellos que enseñan al pueblo de Dios, para que no se cierren, para que dialoguen y así se salven de la ira de Dios, que, si no cambian de actitud, permanecerá en ellos".