El Papa Francisco aseguró que "es indispensable oponer al fanatismo y al fundamentalismo la solidaridad de todos los creyentes, teniendo como referencias inestimables de nuestro actuar los valores que nos son comunes". Así lo dijo este 30 de marzo en el primer discurso de su viaje a Marruecos, "puente natural entre África y Europa".
Durante el encuentro con el pueblo marroquí, las autoridades, la sociedad civil y el cuerpo diplomático realizado en la explanada de la Mezquita Hassan de Rabat, el Santo Padre destacó que "para participar en la edificación de una sociedad abierta, plural y solidaria, es esencial desarrollar y asumir constantemente y sin flaquear la cultura del diálogo como el camino a seguir; la colaboración, como conducta; el conocimiento recíproco, como método y criterio".
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"Este es el camino que estamos llamados a recorrer sin cansarnos nunca, para ayudarnos a superar juntos las tensiones y las incomprensiones, las máscaras y los estereotipos que conducen siempre al miedo y a las contraposiciones; y así abrir el camino a un espíritu de colaboración fructífera y respetuosa", afirmó.
En esta línea, el Pontífice animó a "un diálogo auténtico" con el objetivo de "no subestimar la importancia del factor religioso para construir puentes entre los hombres". "En el respeto de nuestras diferencias, la fe en Dios nos lleva a reconocer la eminente dignidad de todo ser humano, como también sus derechos inalienables".
"Nosotros creemos que Dios ha creado los seres humanos iguales en derechos, deberes y dignidad, y que los ha llamado a vivir como hermanos y a difundir los valores del bien, de la caridad y de la paz".
Por ello, el Santo Padre destacó que "la libertad de conciencia y la libertad religiosa -que no se limita solo a la libertad de culto, sino a permitir que cada uno viva según la propia convicción religiosa- están inseparablemente unidas a la dignidad humana". "Con este espíritu, es necesario que pasemos siempre de la simple tolerancia al respeto y a la estima de los demás", exclamó.
"Así entendida, la construcción de puentes entre los hombres, desde el punto de vista interreligioso, pide ser vivida bajo el signo de la convivencia, de la amistad y, más aún, de la fraternidad", dijo el Papa.
Además, el Pontífice insistió en la necesidad de "unir nuestros esfuerzos para dar un nuevo impulso a la construcción de un mundo más solidario, más comprometido en el empeño honesto, valiente e indispensable por un diálogo que respete las riquezas y particularidades de cada pueblo y de cada persona".
"Este es un desafío que todos nosotros estamos llamados a afrontar, sobre todo en este tiempo en el que se corre el riesgo de hacer de las diferencias y el desconocimiento recíproco motivos de rivalidad y disgregación", explicó.
Por otro lado, el Papa Francisco subrayó que "la grave crisis migratoria que hoy estamos afrontando es una llamada urgente para que todos busquemos los medios concretos para erradicar las causas que obligan a tantas personas a dejar su país, su familia, y a encontrarse frecuentemente marginadas, rechazadas".
"Ustedes saben cuánto me preocupa la suerte, a menudo terrible, de estas personas que en gran parte no dejarían sus países si no estuvieran obligadas a hacerlo", confió.
De este modo, el Santo Padre auspició que Marruecos "quiera continuar siendo, en la comunidad internacional, un ejemplo de humanidad para los migrantes y los refugiados, de manera que puedan ser, aquí, como en cualquier otro lugar, acogidos y protegidos con humanidad, se promueva su situación y sean integrados con dignidad".
"Se trata de un fenómeno que nunca encontrará una solución en la construcción de barreras, en la difusión del miedo al otro o en la negación de asistencia a cuantos aspiran a una legítima mejora para sí mismos y para sus familias", insistió.
Por último, el Pontífice dijo que "los cristianos se alegran por el lugar que les han hecho en la sociedad marroquí" y que "ellos quieren contribuir en la edificación de una nación solidaria y próspera, teniendo como preocupación el bien común del pueblo".
"Desde este punto de vista, me parece significativo el compromiso de la Iglesia Católica en Marruecos, en sus obras sociales y en el campo de la educación a través de sus escuelas abiertas a los estudiantes de cualquier confesión, religión y origen", dijo el Papa.
En esta línea, el Papa animó a los católicos y cristianos "a ser aquí, en Marruecos, servidores, promotores y defensores de la fraternidad humana".