El Papa Francisco recibió en audiencia esta mañana, en la Sala Clementina del Palacio Apostólico del Vaticano, a los casi cuatrocientos miembros de la Federación Nacional de los Caballero del Trabajo, a quienes los alentó a vivir la creatividad y la justicia para buscar "caminos siempre nuevos en el mundo" del trabajo.
"Es verdaderamente justo quien, además de respetar las reglas, actúa con conciencia e interés por el bien de todos, además del propio. Es justo quien se interesa por el destino de los menos aventajados y de los más pobres, quien no se cansa de trabajar y está dispuesto a inventar caminos siempre nuevos: allí está la creatividad, tan importante", dijo el Pontífice.
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"La práctica de la justicia, en este sentido pleno, es lo que esperamos para todo operador económico y para todos los ciudadanos", precisó.
"Ustedes –continuó el Papa– se han distinguido porque han osado y arriesgado, han invertido ideas, energías y capitales, produciendo, encomendando tareas, pidiendo resultados y contribuyendo a que otros sean más emprendedores y colaborativos. He aquí la envergadura social del trabajo: la capacidad de implicar a las personas y encomendar responsabilidades, de modo que se incite la audacia, la creatividad y el empeño".
Esto "tiene efectos positivos sobre las nuevas generaciones y hace que una sociedad vuelva a comenzar a mirar hacia adelante, ofreciendo perspectivas y oportunidades y, por tanto, esperanzas para el futuro".
El Papa Francisco dijo luego que en este tiempo de crisis económica el desempleo es un problema, especialmente en el sector juvenil. "Esto último es una verdadera y propia plaga social, porque priva a los jóvenes de un elemento esencial para su realización, y al mundo económico de la aportación de sus fuerzas más frescas. El mundo del trabajo debería estar a la espera de jóvenes preparados y deseosos de empeñarse y sobresalir".
"Al contrario el mensaje que los jóvenes han recibido frecuentemente en estos años es que no se les necesita. Este es el síntoma de una disfunción grave que no se puede atribuir solo a causas de nivel global e internacional", indicó.
El Santo Padre afirmó luego que el bien común "no puede ser alcanzado a través de un mero incremento de la ganancias o de la producción, porque tiene como presupuesto imprescindible la implicación activa de todos los sujetos que componen el cuerpo social".
De ahí que la enseñanza social de la Iglesia se remonta continuamente a un criterio fundamental "que el ser humano está en el centro del desarrollo, y que mientras los hombres y las mujeres permanezcan pasivos o marginados, no se puede considerar que se haya logrado plenamente el bien común".
El Papa se refirió luego a la necesidad de luchar contra la corrupción y preservar el medio ambiente porque "la práctica de la justicia, tal como enseñan los textos bíblicos, no se limita a la abstención de las iniquidades o a la observancia de las leyes –incluso si esto ya es tanto–, sino que debe ir más allá".
Para concluir el Pontífice invocó sobre todos los asistentes y sus familias la intercesión de San Benito de Nursia, Patrono de los Caballeros del Trabajo, y pidió como siempre hace que "por favor, no se olviden de rezar por mí".