Desde la ventana del estudio del Palacio Apostólico el Papa Francisco presidió este domingo el rezo del ángelus y pidió abandonar el egoísmo, estar encerrados en uno mismo y no crear "islas inaccesibles e inhóspitas".
El Papa comentó las lecturas de la liturgia del día, en la que el Evangelio cuenta la curación de un sordomudo. "Aquel sordomudo que fue llevado a Jesús es símbolo del no creyente que realiza un camino hacia la fe" y su sordera "expresa la incapacidad de escuchar y de comprender no sólo las palabras de los hombres, sino también la Palabra de Dios", explicó.
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El Pontífice recordó que San Pablo asegura que "la fe nace por la escucha de la predicación". "Lo primero que hace Jesús es llevarle lejos de la muchedumbre: no quiere dar publicidad al gesto que está a punto de hacer, pero tampoco quiere que su palabra sea tapada por el ruido de voces y de las murmuraciones del ambiente".
En ese sentido, subrayó que "la Palabra de Dios que Cristo nos transmite tiene necesidad de silencio para ser escuchada como Palabra que vuelve a sanar, que reconcilia y restablece la comunicación".
Francisco explicó que Jesús curó al sordomudo tocando su oreja y lengua y esto es porque "para restaurar la relación con ese hombre `bloqueado' en la comunicación, busca primero restablecer el contacto" y dado que "el milagro es un don de lo alto", Jesús implora al Padre.
Este episodio de la Escritura enseña que "Dios no es cerrado en sí mismo, sino que se abre y se pone en comunicación con la humanidad". "En su inmensa misericordia, supera el abismo de la infinita diferencia entre Él y nosotros, y viene a nuestro encuentro", aseguró.
El Papa subrayó que para ello "Dios se hace hombre: no basta hablarnos mediante la ley y los profetas, sino que se hace presente en la persona de su Hijo, la Palabra hecha carne".
"Jesús es el gran 'constructor de puentes' que construye en sí mismo el gran puente de la comunión plena con el Padre".
El Papa explicó que "este Evangelio nos habla también de nosotros: a menudo nosotros estamos replegados y encerrados en nosotros mismos, y creamos tantas islas inaccesibles e inhospitalarias. Incluso las relaciones humanas más elementales a veces crean realidades incapaces de apertura recíproca: la pareja cerrada, la familia cerrada, el grupo cerrado, la parroquia cerrada…Y aquello no es de Dios. Esto es nuestro, es nuestro pecado".
"Sin embargo, el origen de nuestra vida cristiana, en el Bautismo, son propios del gesto y de la palabra de Jesús '¡Ábrete!'", indicó. Al ser curados por Jesús, que es un "gran constructor de puentes", "somos insertados en la gran familia de la Iglesia; podemos escuchar a Dios que nos habla y comunica su Palabra a cuantos no la han escuchado nunca o a quien la ha olvidado y sepultado bajo las espinas de las preocupaciones y de los engaños del mundo".
Después de rezar el Ángelus, Francisco recordó que ayer sábado en Gerona (España), "fueron proclamadas Beatas Fidelia Oller, Giuseppa Monrabal y Faconda Margenat, religiosas del Instituto de las Hermanas de San José de Gerona, asesinadas por la fidelidad a Cristo y a la Iglesia".
El Papa destacó que "a pesar de las amenazas e intimidaciones, estas mujeres permanecieron valerosas en su puesto para asistir a los enfermos, confiando en Dios" y que "su heroico testimonio, hasta la efusión de la sangre, de fuerza y esperanza a cuantos hoy son perseguidos por motivo de la fe cristiana y nosotros sabemos que son muchos".
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- ACI Prensa (@aciprensa) septiembre 5, 2015