En el último evento del primer día de su viaje apostólico a Marruecos, el Papa Francisco se encontró con cerca de 80 migrantes africanos atendidos por Cáritas Diocesana en Rabat y les aseguró no son un "desecho humano", sino que están "en el corazón de la Iglesia".
Al llegar al centro, el Santo Padre escuchó el testimonio de Abena Banyomo Jackson, joven nacido en una pequeña aldea Camerún y que llegó a Marruecos después de cruzar varios países y pasar por distintos espacios para refugiados, con la esperanza de llegar a Europa para alcanzar un mejor futuro y recursos para ayudar a su familia.
Recibe las principales noticias de ACI Prensa por WhatsApp y Telegram
Cada vez es más difícil ver noticias católicas en las redes sociales. Suscríbete a nuestros canales gratuitos hoy:
Pero su vida cambió al conocer a un sacerdote, que "me acogió en su casa, la Iglesia, y me dio un nuevo aliento". Con el paso del tiempo, decidió quedarse en Marruecos y, después de regularizar su situación, comenzó a trabar con Cáritas en la ayuda a otros migrantes.
"Hoy quiero darte las gracias desde el fondo de mi corazón, la Iglesia me acogió y me cuidó como madre, con paz y con amor", le dijo al Papa.
El Santo Padre vio además la presentación de danzas de un pequeño grupo de niños africanos.
Ante los migrantes reunidos, el Papa destacó que este encuentro "es una ocasión que me permite expresaros nuevamente mi cercanía y hacer frente con vosotros a esta herida grande y dolorosa que continúa desgarrando los inicios de este siglo XXI".
Esta herida, reiteró, "clama al cielo, y por eso no queremos que nuestra palabra sea la indiferencia y el silencio".
"Mucho más cuando se constata que son muchos millones los refugiados y los demás migrantes forzados que piden la protección internacional, sin contar a las víctimas de la trata y de las nuevas formas de esclavitud en manos de organizaciones criminales. Nadie puede ser indiferente ante este dolor".
El Papa destacó luego que "se han dado muchos pasos positivos en diferentes ámbitos, especialmente en las sociedades desarrolladas, pero no podemos olvidar que el progreso de nuestros pueblos no puede medirse solo por el desarrollo tecnológico o económico".
"¡Qué desierta e inhóspita se vuelve una ciudad cuando pierde la capacidad de compasión! Una sociedad sin corazón... una madre estéril", expresó.
El Santo Padre subrayó que "ustedes no están marginados, están en el centro del corazón de la Iglesia".
"Queridos amigos migrantes: la Iglesia reconoce los sufrimientos que afligen vuestro camino y padece con vosotros. Ella desea recordar, acercándose a vuestra situación particular, que Dios quiere que todos tengamos vida", señaló.
"También quiere estar a vuestro lado para construir con vosotros lo que sea mejor para vuestra vida. Porque todo hombre tiene derecho a la vida, todo hombre tiene derecho a soñar y a poder encontrar el lugar que le corresponde en nuestra "casa común". Toda persona tiene derecho al futuro".
El Papa agradeció además "a todas las personas que se han puesto al servicio de los migrantes y refugiados en todo el mundo, y hoy de manera especial a vosotros, miembros de Caritas que, en nombre de toda la Iglesia, tenéis el honor de manifestar el amor misericordioso de Dios a tantas hermanas y hermanos nuestros".
"Que el Señor, que durante su vida terrenal vivió en carne propia el sufrimiento del exilio, bendiga a cada uno de vosotros, os dé la fuerza necesaria para no desanimaros y para ser unos con otros 'puerto seguro' de acogida", concluyó.
El Santo Padre obsequió además a Cáritas una imagen de la Virgen María esculpida en ónix rosa, de artesanía toscana.