La última catequesis del Papa Francisco sobre el Bautismo en la Audiencia General del miércoles fue sobre la "fuerza de vencer el mal" y explicó cómo este sacramento es un arma eficaz para ello.
Francisco habló de los catecúmenos que de adultos se preparan también para recibir el Bautismo y que se encuentran realizando la iniciación cristiana. "Educados en la escucha de Jesús, de su enseñanza y de sus obras, los catecúmenos reviven la experiencia de la mujer samaritana sedienta de agua viva, del ciego de nacimiento que abre los ojos a la luz, de Lázaro que sale del sepulcro".
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"El Evangelio lleva consigo la fuerza de transformar a quien lo acoge con fe, arrancándolo del maligno para que aprenda a servir al Señor con alegría y novedad de vida".
El Pontífice destacó que "a la pila bautismal no se va nunca solos, sino acompañados por la oración de toda la Iglesia, como recuerdan las letanías de los santos que preceden a la oración del exorcismo y la unción prebautismal con el óleo de los catecúmenos".
"Son gestos que desde la antigüedad aseguran a cuántos se prestan a renacer como hijos de Dios a que la oración de la Iglesia los asiste en la lucha contra el mal, los acompaña en el camino del bien, los ayuda a sustraerse del pecado para pasar del reino de la gracia divina".
El Papa recordó que este es el motivo por el que el camino de los catecúmenos adultos "está marcado por repetidos exorcismos pronunciados por el sacerdote, es decir, oraciones que invocan la liberación de todo aquello que separa de Cristo e impide la íntima unión con Él".
También destacó que el Bautismo "no es una fórmula mágica", sino "un don del Espíritu Santo que habilita a quien lo recibe a luchar contra el espíritu del mal, creyendo que Dios ha mandado al mundo a su Hijo para destruir el poder de satanás y transferir al hombre de las tinieblas en su reino de luz infinita".
"La vida cristiana está siempre sujeta a las tentaciones de separarse de Dios, de su querer, de la comunión, con él, para recaer en los lazos de la seducción mundana".
En el Bautismo, el catecúmeno también es ungido con el óleo, que significa que "la potencia de Cristo Salvador fortifica para luchar contra el mal y vencerlo".
A su vez, reconoció que "es fatigoso combatir contra el mal, huir de sus engaños, volver a tomar fuerzas después de una lucha agotadora, pero tenemos que saber que toda la vida cristiana es un combate".
"Pero tenemos que saber también que no estamos solos: la Madre Iglesia ora para que sus hijos, regenerados por el Bautismo, no sucumban, a las insidias del maligno, peor le venzan por la potencia de la Pascua de Cristo".