El Papa Francisco participó este martes en la inauguración del Congreso internacional "Esclavitud moderna y cambio climático: el compromiso de las ciudades", con la participación de más de 60 alcaldes de todo el mundo, donde advirtió que la trata de personas -explotación sexual y laboral de niños y adultos- es también una consecuencia del uso de la Creación.
Francisco inició su discurso señalando que no se puede ver el cuidado del ambiente solamente como una actitud "verde", pues cuidar el planeta "significa una actitud de ecología humana"; es decir, no se puede separar a la persona de la Creación. "La ecología es total, es humana", indicó.
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En ese sentido, señaló que la encíclica "Laudato Si" explica que "hay una relación de incidencia mutua, sea del ambiente sobre la persona, sea de la persona en el modo como trata el ambiente", y "el efecto de rebote contra el hombre cuando el ambiente es maltratado". "No es una encíclica 'verde', es una encíclica social", afirmó.
El Santo Padre aprovechó la presencia de los alcaldes para explicar que el crecimiento desmesurado de las ciudades, con "cordones de pobreza y de miseria más grandes", son también consecuencia "de un descuido del ambiente".
"¿Por qué la gente viene a las grandes ciudades, a los cordones de las grandes ciudades, las villas miseria, las chabolas, las favelas? ¿Por qué arma eso? Simplemente porque ya el mundo rural para ellos no les da oportunidades", indicó.
En ese sentido, Francisco denunció "la idolatría de la tecnocracia" que ha creado desocupación y obliga a las personas a migrar en busca de nuevos horizontes. Señaló que la falta de empleo está afectando sobre todo a los jóvenes. "¿Qué horizonte y qué futuro puede ofrecer?, ¿qué le queda a esa juventud? O las adicciones, o el aburrimiento, o el no saber qué hacer de su vida -una vida sin sentido, muy dura-, o el suicidio juvenil – las estadísticas de suicidio juvenil no son publicadas en su totalidad-, o buscar en otros horizontes, aún en proyectos guerrilleros, un ideal de vida", señaló.
Asimismo, indicó que el mal uso de la Creación ha puesto en juego el oxígeno y el agua. "Es decir, la desertificación de grandes zonas por la deforestación". "¿Qué sucede cuando todos estos fenómenos de tecnificación excesiva, de no cuidado del ambiente, además de los fenómenos naturales, inciden sobre la migración? El no haber trabajo, y después la trata de las personas", advirtió.
Francisco denunció que "cada vez es más común el trabajo en negro, un trabajo sin contrato, un trabajo arreglado debajo de la mesa. ¡Cómo ha crecido! El trabajo en negro es muy grande, lo cual significa que una persona no gana lo suficiente para vivir. Eso puede provocar actitudes delictivas y todo lo que sucede en una gran ciudad por esas migraciones provocadas por la tecnificación".
"Sobre todo me refiero al agro o la trata de las personas en el trabajo minero, la esclavitud minera todavía es muy grande y es muy fuerte. Y lo que significa el uso de ciertos elementos de lavado de minerales – arsénico, cianuro- que inciden en enfermedades de la población. En eso hay una responsabilidad muy grande. O sea que todo rebota, todo vuelve. Es el efecto rebote contra la misma persona. Puede ser la trata de personas por el trabajo esclavo, la prostitución, que son fuentes de trabajo para poder sobrevivir hoy día", advirtió.
Ante ello, exhortó a las Naciones Unidas a "interesarse muy fuertemente sobre este fenómeno, sobre todo, en la trata de personas provocada por este fenómeno ambiental, la explotación de la gente".
En ese sentido, el Papa invitó a los alcaldes a sumarse para solucionar estos problemas. "Porque ésta conciencia si bien sale del centro hacia las periferias, el trabajo más serio y más profundo, se hace desde la periferia hacia el centro. Es decir, desde ustedes hacia la conciencia de la humanidad".
"La Santa Sede o tal país, o tal otro, podrán hacer un buen discurso en las Naciones Unidas pero si el trabajo no viene de las periferias hacia el centro, no tiene efecto", indicó.
"Pido al Señor que nos dé a todos la gracia de poder tomar conciencia de este problema de destrucción que nosotros mismos estamos llevando adelante al no cuidar la ecología humana, al no tener una conciencia ecológica como las que nos fue dada al principio para transformar la primera incultura en cultura, y frenar ahí, y no transformar esta cultura en incultura", señaló.
Bajo el título de "Esclavitudes modernas y cambio climático: el compromiso de las ciudades" se desarrolla este encuentro organizado por la Pontificia Academia de las Ciencias y de las Ciencias Sociales en colaboración con la Organización de las Naciones Unidas (ONU). Mañana el tema será "La prosperidad, la gente y el Planeta: consecuencias de un desarrollo sostenible en nuestras ciudades".
El Canciller de las dos Pontificias Academias, Mons. Marcelo Sánchez Sorondo, explicó hace unos días que la invitación a los alcaldes obedece al deseo de "buscar juntos las mejores prácticas para detener el cambio climático y la eliminación de las nuevas formas de esclavitud".
Así, se pretende que "se comprometan en favorecer, en nuestras ciudades y asentamientos urbanos, la emancipación de los pobres y de aquellos que se encuentran en situación de vulnerabilidad, reduciendo la exposición a situaciones extremas catastróficas derivadas de las profundas alteraciones de naturaleza ambiental, económica y social que crean terrenos fértiles para las migraciones forzadas y la trata de seres humanos".
Al mismo tiempo, quieren que las autoridades se esfuercen "en el desarrollo de programas de reinserción e integración social de las víctimas, a nivel nacional y local, para evitar la repatriación forzada".
Por ello, después de la intervención del Papa, los más de 60 alcaldes presentes firmaron una declaración en la que se comprometen a luchar contra estas problemáticas.