La historia de las escuelas residenciales en Canadá es compleja y las responsabilidades de las órdenes religiosas aún no se han definido.
El viaje del Papa Francisco a Canadá será penitencial y llevará las disculpas de la Iglesia Católica por la asimilación cultural que se produjo en las escuelas residenciales o estatales dirigidas en muchos casos por órdenes religiosas, donde los nativos americanos a veces eran traídos por la fuerza.
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Por otro lado, la solicitud de una disculpa personal por parte del Papa fue una de las recomendaciones de la Comisión de Justicia y Reconciliación de Canadá, cuyo informe final fue aceptado por el primer ministro Justin Trudeau con durísimas palabras al respecto.
La historia de las escuelas residenciales es compleja, tiene responsabilidades históricas que definir y, en muchos casos, los medios de comunicación la han realzado más que definido con criterios objetivos. Sucedió, por ejemplo, con el descubrimiento del entierro masivo en Kamloops el año pasado, por el que el Papa Francisco se disculpó al final de un Ángelus.
Bueno, parece que no había tumbas y mucho menos niños enterrados. Sin embargo, la noticia del hallazgo desató revueltas contra iglesias, actos de vandalismo, ataques al discurso establecido debido a la cultura de la cancelación, que busca enemigos y no teme agredirlos.
En medio del viaje del Papa Francisco a Canadá, vale la pena desentrañar la historia destacando varios puntos de vista.
La cuestión de las escuelas residenciales
El sistema de escuelas residenciales indígenas fue consolidado por el gobierno federal en el siglo XIX, apoyado principalmente por fondos gubernamentales, supervisado por funcionarios del Estado y administrado por varias denominaciones cristianas, incluidas algunas diócesis y comunidades religiosas de la Iglesia Católica. Se extendieron entre 1883 y 1996, cuando se cerró la última de ellas.
El principio detrás del sistema de escuelas residenciales era la obligación del gobierno de brindar educación a los niños indígenas, pero este principio se convirtió en la práctica en una asimilación realizada sobre una población muchas veces percibida, erróneamente, como un obstáculo para el progreso de la nación.
Un sistema que –explicó la Conferencia Episcopal Canadiense– ha tenido un coste humano muy duro, aunque todavía está por entenderse del todo.
"Si bien muchos ex alumnos y personal escolar han hablado positivamente sobre sus experiencias en algunas escuelas, muchos otros hoy hablan de recuerdos y legados mucho más dolorosos, como la prohibición de las lenguas y prácticas culturales aborígenes, así como casos de abuso emocional, físico y hasta sexual".
La participación de la Iglesia Católica
Aproximadamente 16 de las 70 diócesis canadienses se han asociado con escuelas residenciales, además de unas 40 comunidades religiosas de casi un centenar que existen en Canadá.
La Conferencia Episcopal Canadiense reconoció en un informe de noviembre de 1993 para la Comisión Real sobre Pueblos Aborígenes que "los diversos tipos de abuso experimentados en algunas escuelas residenciales nos han llevado a un profundo examen de conciencia en la Iglesia". Pero ya en 1991 habían llegado las disculpas de la Conferencia Episcopal Canadiense y de las Órdenes Religiosas.
En definitiva, es un camino que parte de mucho atrás, y que incluye también la reciente constitución de un fondo de 30 millones de dólares canadienses para indemnizar a las víctimas.
Antecedentes de la visita papal
Cuando el primer ministro Justin Trudeau visitó al Papa Francisco en 2017, esta último presentó la solicitud de un viaje a Canadá para emitir una disculpa personal a los pueblos indígenas. En ese momento, sin embargo, ni siquiera se pensó en tal viaje en el Vaticano.
Benedicto XVI se reunió con los nativos americanos en 2009 e hizo un pedido de perdón que dejó a todos satisfechos. Juan Pablo II había estado en Canadá en 1984 y 1987, y en ambas ocasiones se encontró con los nativos americanos, exaltando su cultura pero también la renovación que les trajo el cristianismo.
Desde la década de 1990, la Conferencia de Obispos Católicos de Canadá realizó una serie de solicitudes de perdón, todas subidas en el sitio web oficial del Episcopado, como resultado de un compromiso pastoral que comenzó en la década de 1930.
Lo que no se dijo es que entre 2006 y 2017 el gobierno canadiense había arrebatado y privado de servicios sociales a las familias de entre 40.000 y 80.000 niños de las "Primeras Naciones", es decir, indígenas. Así lo estableció un fallo de la Corte Canadiense de Derechos Humanos de 2019, que también dice que Canadá fue condenado a pagar 40.000 dólares a cada víctima por su conducta discriminatoria.
Mientras Trudeau pedía disculpas al Papa Francisco, el segundo episodio de lo que fue un verdadero mal infligido a los pueblos de las Primeras Naciones se consumó en Canadá. Un agravio no reconocido por el Estado, tanto así que el gobierno apeló la decisión. Un mal, sin embargo, que también había ocurrido en las escuelas residenciales.
El Informe Bryce
Peter Hendersen Bryce era médico y fue el primero en informar sobre las condiciones en las escuelas residenciales en Canadá. Reunió toda la información que pudo y luego, en 1907, publicó un informe en el que, datos en mano, señalaba que cerca de la cuarta parte de los niños indígenas que asistían a la escuela habían muerto de tuberculosis.
No solo eso. Bryce señaló que los fondos de salud para los ciudadanos de Ottawa eran aproximadamente tres veces más altos que los de los pueblos de las Primeras Naciones.
Las políticas gubernamentales, por lo tanto, habían causado la muerte de los nativos. Y Bryce siguió contándolo incluso cuando fue destituido de su cargo y publicó un pequeño folleto sobre el tema, sin temor a calificar al gobierno de "conducta genocida".
La historia de Kamloops
El último escándalo, si se puede llamar así, es el descubrimiento de unas fosas comunes en Kamloops, fosas de niños según artículos publicados en varios medios de comunicación desde mayo de 2021.
Comenzaron hablando de los restos de 215 niños en una fosa común, luego se cambió la definición a "tumbas sin marcar", y se llegó a considerar 1.300 niños de otras escuelas residenciales que fueron enterrados en todo Canadá.
La noticia generó protestas y violencia, decenas de iglesias fueron vandalizadas, varias de estas incluso arrasadas –algunas de las arrasadas fueron amadas por la propia comunidad indígena–, las estatuas fueron derribadas y destruidas, y el Relator de Derechos Humanos de la ONU pidió a Canadá que hacer una investigación.
Al final, la verdad fue diferente: no se descubrió ninguna fosa común, los diferentes sitios de tumbas sin marcar eran cementerios ya conocidos o aún por estudiar.
Pero era una historia conocida, y no era la primera vez que la presión de los medios llevaba adelante una narrativa que no se acercaba tanto a la realidad.
En 1997, se informó del descubrimiento de tumbas sin nombre en el cementerio de Marieval, y el Washington Post contó 751. Incluso entonces, eso no era cierto.
La gente de Cowesses dijo desde un principio que no habían descubierto tumbas, sino cruces y piedras que se habían perdido décadas antes. Cadmus Delorme, jefe de la tribu, enfatizó fuertemente que "era un sitio de tumbas católicas, no las tumbas de las escuelas residenciales".
De hecho, las conclusiones del Informe Verdad y Reconciliación también han sido malinterpretadas. Siempre está escrito que la comisión encontró que 3.201 niños murieron en las escuelas residenciales, pero en realidad la comisión no encontró ningún informe de dónde murieron 1.391 niños, mientras que de los 1.810 restantes, solo 832 murieron en las escuelas, 418 murieron en el hogar, 427 murieron en hospitales, 90 murieron en lugares distintos a las escuelas.
¿Cuáles son las responsabilidades reales?
Un ensayo de Mark DeWolf señaló que, sí, "la represión cultural, el abuso de todo tipo, el encarcelamiento forzoso e incluso muertes evitables ocurrieron, y un sistema que debió haber hecho mucho más para evitar estas cosas debería ser justamente condenado".
Asimismo, dijo que "los hechos muestran que estas cosas ocurrieron con mucha menos frecuencia de lo que se piensa, que por lo tanto tuvieron mucho menos efecto en las comunidades de las Primeras Naciones de lo que se cree".
También porque, los datos muestran una baja participación de los nativos americanos, tanto así que "en la mayoría de los años en que han funcionado las escuelas residenciales, entre 10 y 15 estudiantes se ausentaron todos los días", y solo el 50% de los nativos americanos hacían acto de presencia.
Pero –dice también el informe de Verdad y Reconciliación– muy pocos padres fueron acusados o ridiculizados por mantener a sus hijos fuera de la escuela.
En definitiva, es una realidad compleja. El Papa va a hacerle frente con un "camino penitencial", en el que le pedirá una vez más "caminar juntos". Pero, ¿no ha jugado realmente la educación católica también un papel en la salvación de esos niños?
En Edmont está el P. Cristino Bouvette, descendiente de nativos americanos. Y su abuela es una sobreviviente de las escuelas residenciales. Pero ella lo había criado en una sólida fe católica. Su testimonio demuestra que no todo es blanco y negro. Algo se está moviendo.
Traducido y adaptado por Diego López Marina. Publicado originalmente en ACI Stampa.