Con ocasión de su viaje a Malta, el Papa Francisco rezó este 2 de abril en el Santuario de Nuestra Señora de Ta’ Pinu localizado en la isla de Gozo y alentó a “volver al corazón y redescubrir el centro de la fe” que es “la relación con Jesús y el anuncio de su Evangelio al mundo entero”.
El Santo Padre se trasladó en un barco (un “catamarán” llamado “María Dolores”) desde Malta al puerto de Mgarr en Gozo acompañado por su séquito.
Recibe las principales noticias de ACI Prensa por WhatsApp y Telegram
Cada vez es más difícil ver noticias católicas en las redes sociales. Suscríbete a nuestros canales gratuitos hoy:
Después, el Papa viajó en coche cerrado y en el último tramo del recorrido se trasladó en el Papamóvil, para saludar a los numerosos fieles de la isla.
A su llegada al santuario mariano de Ta’ Pinu, el Papa fue recibido por el rector, el P. Gerald Buhagiar; por el arzobispo de Malta, Mons. Charles Scicluna; por el obispo de Gozo, Mons. Anthony Teuma, y fue acompañado por el secretario general del Sínodo y obispo emérito de Gozo, el Cardenal Mario Grech.
Según informaron los organizadores de la visita a ACI Prensa, dentro de la iglesia hubo alrededor de 200 personas, entre ellos varios enfermos y discapacitados, a quienes el Santo Padre saludó y bendijo.
Además, en el atrio había más de 2 mil personas sentadas y otras que permanecieron de pie en los alrededores.
Oración silenciosa del Papa
El Papa Francisco rezó en privado en la capilla que custodia el cuadro de Nuestra Señora de Ta’ Pinu que representa la Asunción de la Virgen María.
El Papa Francisco rezará en el Santuario mariano de Nuestra Señora de Ta' Pinu en Gozo tras la histórica visita de San Juan Pablo II. #Malta #ViajeApostólico #PopeInMalta Fotos: @mercedesdelat / @EWTNVatican @aciprensa pic.twitter.com/jhZKFFRA51
— Mercedes De la Torre (@mercedesdelat) March 31, 2022
Después, el Santo Padre regaló una rosa de oro, del mismo modo que lo hizo Benedicto XVI en 2010 durante su visita a Malta.
Además, el Papa Francisco recitó tres “Ave María”, siguiendo una devoción popular.
El Santo Padre también participó en un encuentro de oración en el atrio del Santuario, donde escuchó algunos testimonios intercalados por cantos.
Después de la lectura del Evangelio pronunció su homilía en la que invitó a contemplar “los orígenes de la Iglesia con la Virgen María y el Apóstol Juan al pie de la Cruz”.
“Hermanos y hermanas, desde este Santuario de Ta’ Pinu podemos meditar juntos sobre el nuevo inicio que brota de la hora de Jesús. También en este lugar, antes del espléndido edificio que vemos hoy, había solo una pequeña capilla en estado de abandono. Se había dispuesto que fuera demolida; parecía el final. Pero una serie de acontecimientos cambiaron el curso de la historia, como si el Señor quisiera decir a este pueblo: «Ya no te llamarán ‘Abandonada’, ni a tu tierra, ‘Devastada’; a ti te llamarán ‘Mi delicia está en ella’, y a tu tierra, ‘Desposada’». Esa capillita se convirtió en el Santuario nacional, meta de peregrinos y fuente de vida nueva”, explicó el Pontífice.
El Papa Francisco recordó que en este lugar “también llegó como peregrino San Juan Pablo II, del que hoy recordamos el aniversario de su muerte. Un lugar que parecía perdido, ahora renueva, en el Pueblo de Dios, la fe y la esperanza”.
“Es necesario vigilar para que las prácticas religiosas no se reduzcan a la repetición de un repertorio del pasado, sino que expresen una fe viva, abierta, que difunda la alegría del Evangelio”, advirtió el Papa.
En esta línea, el Santo Padre invitó “redescubrir el centro de la fe: la relación con Jesús y el anuncio de su Evangelio al mundo entero” y a desarrollar “el arte de la acogida” que no es “mera formalidad sino en el nombre de Cristo, es un desafío permanente” sobre todo en “nuestras relaciones eclesiales, porque nuestra misión da fruto si trabajamos en la amistad y la comunión fraterna”.
Al recordar el episodio de cuando San Pablo fue recibido en Malta, el Papa destacó la llamada actual del Evangelio a “ser expertos en humanidad y encender hogueras de ternura cuando el frío de la vida se cierne sobre aquellos que sufren. Y también en este caso, de una experiencia dramática nació algo importante, porque Pablo anunció y difundió el Evangelio y, a continuación, muchos anunciadores, predicadores, sacerdotes y misioneros siguieron sus huellas”.
“Ustedes se encuentran en una posición geográfica crucial, frente al Mediterráneo como polo de atracción y puerto de salvación para tantas personas sacudidas por las tormentas de la vida que, por diversos motivos, llegan a sus costas” dijo.
Y añadió: “En el rostro de estos pobres es Cristo mismo el que se presenta a ustedes. Esta ha sido la experiencia del apóstol Pablo que, después de un terrible naufragio, fue acogido calurosamente por sus antepasados”.
Finalmente, el Santo Padre dijo que Malta es “una isla pequeña, pero de corazón grande. Son un tesoro en la Iglesia y para la Iglesia. Para cuidarlo, es necesario volver a la esencia del cristianismo: al amor de Dios, motor de nuestra alegría, que nos hace salir y recorrer los caminos del mundo; y a la acogida del prójimo, que es nuestro testimonio más sencillo y hermoso en la tierra”.
“Que el Señor los acompañe en esta senda y la Virgen Santa los guíe. Que Ella, que pidió que recemos tres ‘Ave María’ para acordarnos de su corazón materno, reavive en nosotros sus hijos el fuego de la misión y el deseo de cuidarnos unos a otros. ¡Que la Virgen los bendiga!”, concluyó el Pontífice.
Finalmente, los presentes cantaron el Magnificat, rezaron el Padre Nuestro y el Papa Francisco impartió la bendición.