El Papa Francisco reflexionó este miércoles 15 de abril en la Misa celebrada en Casa Santa Marta sobre la fidelidad de Dios. Señaló que "Dios se presenta continuamente como salvador del pueblo porque es fuel a su promesa".
Subrayó también que la fidelidad de Dios siempre es la que toma la iniciativa, y que "nuestra fidelidad no es otra cosa que una respuesta a la fidelidad de Dios. Dios es fiel a su Palabra, es fiel a su promesa, camina con su pueblo llevando adelante la promesa, cercano a su pueblo, fiel a la promesa".
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"Dios que es capaz de rehacer las cosas, de recrear, como hizo con este tullido de nacimiento al que le recreó los pies, lo curó. Es el Dios que sana, el Dios que siempre lleva consuelo a su pueblo. El Dios que recrea. Una recreación nueva. Esa es su fidelidad con nosotros. Una recreación que es más maravillosa que la creación", explicó el Pontífice.
Señaló el Papa que es "un Dios que va adelante, y que no se cansa de trabajar para llevar adelante al pueblo, y no tiene miedo de cansarse. Como aquel pastor que cuando llega a casa se da cuenta de que falta una oveja, y regresa a buscar la oveja que se le ha perdido. Un pastor que hace lo extraordinario, por amor, por fidelidad".
"El nuestro es un Dios que hace lo extraordinario, pero no de pago, gratuitamente. Es la fidelidad de la gratuidad, de la abundancia. Es la fidelidad de aquel padre que es capaz de salir muchas veces a la azotea para ver si regresa el hijo. Y no se cansa de subir. Lo espera para organizarle una fiesta. La fidelidad de Dios es fiesta, es alegría. Es una alegría tal que te hace actuar como aquel tullido: 'Entró en el Templo andando, saltando y alabando a Dios'".
El Papa Francisco hizo hincapié en que "la fidelidad de Dios es fiesta, es fiesta gratuita, es fiesta para todos nosotros. La fidelidad de Dios es una fidelidad paciente. Tiene paciencia con su pueblo, lo espera, lo guía, le explica lentamente, y le calienta el corazón, como hizo con estos dos discípulos que caminan lejos de Jerusalén. Les calienta el corazón para que regresen a casa".
La fidelidad de Dios "es aquello que no sabemos que sucedió en aquel diálogo de Jesús con Pedro. Fue Dios, generoso, que buscó a Pedro que había renegado. Solo sabemos que el Señor Resucitado se apareció a Simón. Qué sucedió en aquel diálogo, no lo sabemos. Pero sí sabemos que fue la fidelidad de Dios la que fue a buscar a Pedro".
"La fidelidad de Dios siempre nos precede, y nuestra fidelidad siempre es respuesta a aquella fidelidad que nos precede. Es Dios quien nos precede siempre, es la flor del almendro en primavera: florece el primero. Ser fiel es alabar esta fidelidad. Es una respuesta a esta fidelidad", concluyó su homilía el Papa Francisco.
Evangelio comentado por el Papa Francisco:
Lucas 24:13-35
13 Aquel mismo día iban dos de ellos a un pueblo llamado Emaús, que distaba sesenta estadios de Jerusalén,
14 y conversaban entre sí sobre todo lo que había pasado.
15 Y sucedió que, mientras ellos conversaban y discutían, el mismo Jesús se acercó y siguió con ellos;
16 pero sus ojos estaban retenidos para que no le conocieran.
17 El les dijo: «¿De qué discutís entre vosotros mientras vais andando?» Ellos se pararon con aire entristecido.
18 Uno de ellos llamado Cleofás le respondió: «¿Eres tú el único residente en Jerusalén que no sabe las cosas que estos días han pasado en ella?»
19 El les dijo: «¿Qué cosas?» Ellos le dijeron: «Lo de Jesús el Nazoreo, que fue un profeta poderoso en obras y palabras delante de Dios y de todo el pueblo;
20 cómo nuestros sumos sacerdotes y magistrados le condenaron a muerte y le crucificaron.
21 Nosotros esperábamos que sería él el que iba a librar a Israel; pero, con todas estas cosas, llevamos ya tres días desde que esto pasó.
22 El caso es que algunas mujeres de las nuestras nos han sobresaltado, porque fueron de madrugada al sepulcro,
23 y, al no hallar su cuerpo, vinieron diciendo que hasta habían visto una aparición de ángeles, que decían que él vivía.
24 Fueron también algunos de los nuestros al sepulcro y lo hallaron tal como las mujeres habían dicho, pero a él no le vieron.»
25 El les dijo: «¡Oh insensatos y tardos de corazón para creer todo lo que dijeron los profetas!
26 ¿No era necesario que el Cristo padeciera eso y entrara así en su gloria?»
27 Y, empezando por Moisés y continuando por todos los profetas, les explicó lo que había sobre él en todas las Escrituras.
28 Al acercarse al pueblo a donde iban, él hizo ademán de seguir adelante.
29 Pero ellos le forzaron diciéndole: «Quédate con nosotros, porque atardece y el día ya ha declinado.» Y entró a quedarse con ellos.
30 Y sucedió que, cuando se puso a la mesa con ellos, tomó el pan, pronunció la bendición, lo partió y se lo iba dando.
31 Entonces se les abrieron los ojos y le reconocieron, pero él desapareció de su lado.
32 Se dijeron uno a otro: «¿No estaba ardiendo nuestro corazón dentro de nosotros cuando nos hablaba en el camino y nos explicaba las Escrituras?»
33 Y, levantándose al momento, se volvieron a Jerusalén y encontraron reunidos a los Once y a los que estaban con ellos,
34 que decían: «¡Es verdad! ¡El Señor ha resucitado y se ha aparecido a Simón!»
35 Ellos, por su parte, contaron lo que había pasado en el camino y cómo le habían conocido en la fracción del pan.