El Papa Francisco denunció en su reciente visita a Nápoles (Italia), la "eutanasia oculta" a la que son sometidos los ancianos que son víctimas de la cultura del descarte, pues existe una costumbre "de dejar que mueran", no dándoles las medicinas, hacerles triste la vida hasta que esta se acaba.
El Pontífice dijo esto durante el encuentro multitudinario que tuvo en el paseo marítimo Caracciolo, donde una anciana de 95 años le agradeció su defensa de la ''larga vida'', un don que la sociedad actual no aprecia o descarta y contó que había encontrado una comunidad cristiana, que le daba afecto y fuerza y con la que se sentía en familia
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''Usted ha pronunciado una palabra clave de nuestra cultura: 'descartar'", observó el Pontífice. Advirtió que "los ancianos se descartan porque esta sociedad tira lo que no es útil: usar y tirar. Los niños no son útiles ¿por qué tenerlos?...Se descartan los niños, se descartan los ancianos porque se les deja solos. Nosotros, los ancianos, tenemos achaques, problemas y damos problemas a los demás y quizás la gente nos descartan por nuestros achaques, porque ya no servimos".
"También hay esta costumbre -perdónenme por esta palabra- de dejar que se mueran y, como no nos gusta usar eufemismos, digamos la palabra técnica: eutanasia. Pero no solamente la eutanasia que se lleva a cabo con una inyección, sino la eutanasia oculta, la de no darte los medicamentos, ni las curas, hacerte triste la vida y así uno se muere, se acaba...", denunció.
Ante esto, Francisco dijo que la anciana de 95 años encontró "la mejor medicina para vivir mucho tiempo: la cercanía, la amistad, la ternura...La soledad es el veneno más fuerte para los ancianos. A ustedes, los hijos, les recuerdo el cuarto mandamiento. ¿Son afectuosos con sus padres, los abrazan, les decís que los querés?.. Hagan un buen examen de conciencia... El afecto es la mejor medicina para nosotros, los ancianos''.
Son la carne viva de Cristo
En su visita a Nápoles, el Papa Francisco también se encontró con un grupo de enfermos en la Basílica del Jesús Nuevo, a quienes dijo que "si no pueden entender al Señor, pido al Señor que los haga entender dentro del corazón que son la carne viva de Cristo".
"No es fácil acercarse a un enfermo. Las cosas más bonitas de la vida y las cosas más miserables se reservan, se esconden. El amor más grande, uno intenta esconderlo por pudor, y las cosas que muestran nuestra miseria humana, también intentamos esconderlas por pudor", indicó.
"Cuando nos encontramos con enfermedades que marcan toda una vida -añadió- preferimos esconderlas, porque ir a encontrar al enfermo es ir a encontrar nuestra propia enfermedad, esa que llevamos dentro. Es tener la valentía de decirse a uno mismo, 'yo también tengo alguna enfermedad en el corazón, en el alma, en el espíritu. Yo también soy un enfermo espiritual'".
Francisco habló del misterio de la enfermedad y de cómo Dios nos ha creado para transformar el mundo y dominar la Creación, pero cuando nos encontramos ante una enfermedad que parece alejar a quien la sufre de esta misión, la única forma de acercarnos al ''misterio'' de su suerte es la de acostumbrarnos a mirar el Crucifijo, porque "sólo ahí está la explicación de este fracaso humano, de esa enfermedad para toda la vida".
''Si no pueden entender al Señor, pido al Señor que los haga entender dentro del corazón que son la carne viva de Cristo''.
Finalmente, agradeció a los voluntarios que utilizan su tiempo ''para acariciar la carne Cristo, sirviendo al Cristo Crucificado vivo''. También dio las gracias a los médicos y enfermeras por no hacer de su profesión un negocio, ya que ''cuando la medicina se transforma en comercio pierde el núcleo de su vocación''.