La homilía del Papa Francisco esta mañana en la residencia Santa Marta ha tenido como tema general la conversión del cristiano y la necesidad de ser verdaderos seguidores de Cristo.
Para sus palabras, ha tomado como modelo el evangelio de la liturgia de hoy, como hace cada día. En este caso, se trata del Evangelio de San Lucas que narra el episodio en el Zaqueo se sube a un árbol para ver mejor a Jesús y se convierte cuando Cristo se dirige a él.
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El Santo Padre recordó la historia de este hombre, que luego de encontrarse con el Señor promete cuatro veces más lo que ha robado: "cuando la conversión llega a los bolsillos, es segura. ¿Cristianos de corazón? Sí, todos. ¿Cristianos de alma? Todos. Pero, cristianos de bolsillos, ¡pocos, eh! Pocos. Pero, la conversión… y aquí llegó inmediatamente: la palabra auténtica. Se ha convertido. Pero ante esta palabra, la otra palabra, de aquellos que no querían la conversión, que no querían convertirse: 'Viendo aquello, murmuraban: '¡Ha entrado en la casa de un pecador!': se ha ensuciado, ha perdido la pureza. Debe purificarse porque ha entrado en casa de un pecador'".
El Papa explicó que "convertirse es una visita de Dios" y el Señor se lo pide a los cristianos que viven en la "espiritualidad de la comodidad". Francisco propuso por ello "tres llamadas a la conversión" que son las mismas que Jesús hace "a los tibios, a los cómodos, a los de la apariencia, a los que se creen ricos pero son pobres, no tienen nada, están muertos". La Palabra de Dios "es capaz de cambiar todo", pero "no siempre tenemos la valentía de creer en la Palabra de Dios, de recibir esta Palabra que nos cura por dentro".
Éstas personas piensan: "hago las cosas como puedo, hago las cosas como puedo, pero tengo paz, que nadie venga a molestarme con cosas raras". "Va a misa los domingos, reza algunas veces, se siente bien, está en gracia de Dios, es rico" y "no necesita nada, está bien", indicó el Papa refiriéndose a cómo piensan muchos fieles.
Esta forma de ser, según el Pontífice, es un estado de pecado. Con estas personas, "tibias", dijo el Papa tomando las palabras del libro del Apocalipsis, el Señor "no se queda corto" y a ellos les dice: "Porque eres tibio te vomitaré de mi boca". A estos, además, les aconseja "vestirse" porque "los cristianos cómodos están desnudos".
La "segunda llamada" a la conversión es a "los que viven de las apariencias, los cristianos de las apariencias". "Las apariencias son el sudario de estos cristianos: están muertos". Y Dios les "llama a la conversión". A continuación ha hecho la pregunta que en la Iglesia debería hacerse cada uno. "¿Soy un cristiano de apariencia? ¿Estoy vivo dentro, tengo una vida espiritual? ¿Escucho al Espíritu Santo, lo siento, voy hacia delante, o no…?".
"Sin embargo, si todo parece estar bien, no tengo nada que reprenderme: tengo una buena familia, la gente no habla mal de mí, tengo todo lo necesario, estoy casado por la Iglesia… estoy en gracia de Dios, estoy tranquilo… ¡Las apariencias! Los cristianos de apariencias, ¡están muertos!", dijo con rotundidad. Ante esta situación, "hay que buscar algo vivo en nuestro interior y con la memoria y la vigilancia, revivir para seguir adelante. Convertirse: de las apariencias a la realidad. De la tibieza al fervor", explicó en la capilla de la residencia Santa Marta.
A Zaqueo, el evangelista califica de "jefe de publicanos y rico". "Es un corrupto" porque "trabajaba para los extranjeros, para los romanos, traicionaba a su patria". "Era como uno de los muchos dirigentes que conocemos: corruptos. Estos que, en vez der servir al pueblo, se aprovechaban de él para servirse a sí mismos. Algunos hay en el mundo", aseguró Francisco.
"Y la gente no lo quería. Esto sí, no era tibio: no estaba muerto. Estaba en estado de putrefacción. Propiamente corrupto". No obstante, "escuchó algo dentro: este que cura, este al que llaman profeta y que dicen que habla tan bien, quisiera verlo por curiosidad". Para Francisco, esta llamada interior era "el Espíritu Santo".
"Es listo, ¿eh? –añadió-. Sembró la semilla de la curiosidad, y este hombre por verle, hace un poco el ridículo. Piensa en un dirigente que sea importante, y corrupto, un jefe de dirigentes, este era jefe, subirse a un árbol para ver una procesión: ¡Qué ridículo!". Según prosigue el relato evangélico, Zaqueo "no tuvo vergüenza". Quería verlo y "dentro trabajaba el Espíritu Santo". Y después, "la Palabra de Dios entró en ese corazón y, con la Palabra, la alegría".
"Los de la comodidad y los de la apariencia, ha dicho el Pontífice, han olvidado lo que es la alegría, este corrupto la siente enseguida". Por tanto, "el corazón cambia, se convierte".
Por último, el Papa Francisco ha asegurado que la Iglesia quiere que "pensemos mucho, muy seriamente en nuestra conversión, para que podamos seguir adelante en el camino de nuestra vida cristiana".
"Que recordemos la Palabra de Dios, que recordemos, que custodiemos esto, que vigilemos, y que obedezcamos la Palabra de Dios, para que podamos comenzar una vida nueva, convertida", concluyó.