En el marco de la Solemnidad de la Epifanía del Señor, que se celebra el 6 de enero en Ciudad del Vaticano (Roma, Italia) y en otras muchas diócesis del mundo, a continuación compartimos una oración propicia para esta festividad, en la que podrás colocar las imágenes de los tres Reyes Magos en el belén o pesebre que esté en casa.
Esta oración también puede usarse en aquellos lugares donde la Solemnidad de Epifanía pasa al domingo 7 de enero. Puedes rezarla en familia, en comunidad, en grupo o de manera personal. Las indicaciones aparecen a lo largo del texto en letras Itálicas o Cursivas, y NO deben leerse en voz alta.
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(Los participantes se ubican alrededor del pesebre o nacimiento y se da inicio a la oración).
TODOS: En el Nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
LECTOR 1: (El Himno puede ser leído por una o más personas)
HIMNO
Reyes que venís por ellas,
no busquéis estrellas ya,
porque donde el sol está
no tienen luz las estrellas.
Mirando sus luces bellas,
no sigáis la vuestra ya,
porque donde el sol está
no tienen luz las estrellas.
Aquí parad, que aquí está
quien luz a los cielos da:
Dios es el puerto más cierto,
y si habéis hallado puerto
no busquéis estrellas ya.
No busquéis la estrella ahora:
que su luz ha oscurecido
este Sol recién nacido
en esta Virgen Aurora.
Ya no hallaréis luz en ellas,
el Niño os alumbra ya,
porque donde el sol está
no tienen luz las estrellas.
Aunque eclipsarse pretende,
no reparéis en su llanto,
porque nunca llueve tanto
como cuando el sol se enciende.
Aquellas lágrimas bellas
la estrella oscurecen ya,
porque donde el sol está
no tienen luz las estrellas.
Amén.
LECTOR 2:
Lectura tomada del Evangelio según San Mateo (Mt 2, 1-12)
Jesús nació en Belén de Judá, en tiempos del rey Herodes. Unos magos de oriente llegaron entonces a Jerusalén y preguntaron: “¿Dónde está el rey de los judíos que acaba de nacer? Porque vimos surgir su estrella y hemos venido a adorarlo”.
Al enterarse de esto, el rey Herodes se sobresaltó y toda Jerusalén con él. Convocó entonces a los sumos sacerdotes y a los escribas del pueblo y les preguntó dónde tenía que nacer el Mesías. Ellos le contestaron: “En Belén de Judá, porque así lo ha escrito el profeta: Y tú, Belén, tierra de Judá, no eres en manera alguna la menor entre las ciudades ilustres de Judá, pues de ti saldrá un jefe, que será el pastor de mi pueblo, Israel”.
Entonces Herodes llamó en secreto a los magos, para que le precisaran el tiempo en que se les había aparecido la estrella y los mandó a Belén, diciéndoles: “Vayan a averiguar cuidadosamente qué hay de ese niño y, cuando lo encuentren, avísenme para que yo también vaya a adorarlo”.
Después de oír al rey, los magos se pusieron en camino, y de pronto la estrella que habían visto surgir, comenzó a guiarlos, hasta que se detuvo encima de donde estaba el niño. Al ver de nuevo la estrella, se llenaron de inmensa alegría. Entraron en la casa y vieron al niño con María, su madre, y postrándose, lo adoraron. Después, abriendo sus cofres, le ofrecieron regalos: oro, incienso y mirra. Advertidos durante el sueño de que no volvieran a Herodes, regresaron a su tierra por otro camino.
(Si se desea, en este momento tres miembros de la familia colocan las imágenes de los reyes magos en el pesebre junto al Niño Jesús).
LECTOR 3:
Reflexión del Papa San Juan Pablo II en torno a la Epifanía:
"En esta fiesta de la Epifanía del Señor, el evangelio de san Mateo habla de una misteriosa estrella, que guió a los Magos primero hasta Jerusalén y después hasta Belén, donde adoraron al Niño Jesús (cf. Mt 2, 2. 7. 9. 10).
La estrella que conduce a los Magos hacia Cristo evoca la rica simbología de la luz, muy presente en la Navidad. Dios es luz, y el Verbo hecho hombre es ‘luz del mundo’ (Jn 8, 12), luz que guía el camino de las gentes".
TODOS:
Señor Jesús: que a imitación de los Magos de Oriente
vayamos también nosotros frecuentemente
a adorarte en tu Casa que es el Templo,
y no vayamos jamás con las manos vacías.
Que te llevemos el oro de nuestras ofrendas,
el incienso de nuestra oración fervorosa,
y la mirra de los sacrificios que hacemos para permanecer fieles a Ti,
y que te encontremos siempre junto a tu Madre Santísima María,
a quien queremos honrar y venerar siempre
como Madre Tuya y Madre nuestra.
Amén.
LECTOR 1:
Podemos hacer algunas peticiones libres.
(Los participantes que así lo deseen pueden elevar sus peticiones al Señor).
Para concluir rezamos juntos un Padrenuestro, un Avemaría y tres veces el Gloria.
TODOS:
En el Nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.