La Conferencia del Episcopado Mexicano (CEM) expresó este 8 de octubre su "más sentido pésame" por la muerte del Dr. José Mario Molina-Pasquel y Henríquez, que recibió el Premio Nobel de Química en 1995 y fue miembro de la Pontificia Academia de las Ciencias.
En su comunicado, los obispos mexicanos señalaron que "nos solidarizamos con su esposa, hijos y familiares; con los integrantes y colaboradores del Centro Mario Molina para Estudios Estratégicos sobre Energía y Medio Ambiente, A.C., la comunidad educativa de la Universidad Nacional Autónoma de México, los científicos de México, así como la sociedad organizada que trabajó con él en múltiples proyectos científicos, educativos y sociales".
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Mario Molina, nacido en Ciudad de México el 19 de marzo de 1947, falleció el 7 de octubre en la capital mexicana a los 77 años, a causa de un infarto.
Molina egresó de la Facultad de Química de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) y fue docente del reconocido Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT). En los últimos años enseñó en la Universidad de California en San Diego, en Estados Unidos.
El último estudio en el que participó, publicado en agosto de este año, fue "Comprendiendo la transmisión y la intervención para la pandemia de COVID-19 en los Estados Unidos".
De acuerdo al sitio web del Premio Nobel, Molina recibió el reconocimiento en 1995 junto a Paul J. Crutzen y F. Sherwood Rowland, por "su trabajo en la química atmosférica, particularmente en lo que respecta a la formación y descomposición del ozono".
"En 1974, Mario Molina y Sherwood Rowland demostraron que los gases CFC, freones, tienen un efecto dañino sobre el ozono en la atmósfera. Los freones tuvieron muchos usos, incluyendo propelentes en aerosoles y refrigerantes en refrigeradores. Al limitar el uso de freones, la reducción de la capa de ozono ha sido ralentizada", explica el sitio web del Premio Nobel.
Los obispos mexicanos agradecieron además los trabajos de Molina en la "promoción del diálogo fe-ciencia, desde la Pontificia Academia de las Ciencias, a la cual perteneció desde el año 2000, así como su impulso por promover un desarrollo humano, integral, solidario y sustentable, de acuerdo a las enseñanzas del Papa Emérito Benedicto XVI expuestas en Caritas in veritate, y en la encíclica social del Santo Padre Francisco, Laudato Si'".
"Destacamos su autenticidad al llevar sus creencias religiosas de manera inteligente y propositiva, en un ámbito secularizado; sus grandes aportes con relación al estudio científico del cambio climático, expuestos sobre todo en el Protocolo de Montreal de las Naciones Unidas; así como todos sus estudios que le hicieron acreedor al Premio Nobel de Química en el año de 1995", añadieron.
La CEM aseguró que el legado de Molina "en México y muchos otros países del mundo, nos enorgullecen y nos llenan de celo apostólico".
"Confiamos en que la huella de este gran Educador, que impulsó el aprendizaje lúdico como base de la actividad científica nos interpele a todos a seguir promoviendo, en todo momento, una pasión por educar a tantos niños, niñas, adolescentes y jóvenes con el fin de que seamos capaces de transformar esta realidad social y ambiental tan apremiante", expresaron n los obispos.
"Pedimos a Jesucristo, Divino Maestro, recompense todas sus buenas obras y le dé el descanso eterno", concluyeron.