Al finalizar la Asamblea Plenaria, los obispos del Uruguay alentaron al pueblo fiel a dedicar este tiempo a Dios para crecer en humanidad y fraternidad.
En la reunión sostenida entre el 3 y 7 de noviembre, los obispos manifestaron que junto a la Virgen de los Treinta y Tres contemplan las “preocupaciones y esperanzas” del país y buscan “interpretar las señales de Dios en medio de los acontecimientos de nuestros días”.
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Es así como recordaron con gratitud el compromiso de las personas por cuidar la salud de todos; las distintas acciones de solidaridad hacia los más vulnerables; y manifestaron sus preocupaciones por la salud, la situación laboral, la educación entre otras realidades.
“Es momento de plantearnos en profundidad qué es aquello que da sentido a nuestra vida, momento de buscar las respuestas a las preguntas más hondas que siguen estando en el horizonte humano”.
“Esa respuesta la encontramos los cristianos en Jesucristo resucitado, Aquel que nos prometió ‘Yo estaré con ustedes todos los días, hasta el fin del mundo’. Su persona y su evangelio son la respuesta que ofrecemos a todos nuestros hermanos en la certeza de que serán de alivio y salvación”.
“Hemos tenido que esperar por muchas cosas y todavía tendremos que esperar por otras. Algunas no volverán; otras regresarán de un modo nuevo. Hay ‘un tiempo para cada cosa’, pero siempre es tiempo de Dios; tiempo donde Él nos manifiesta su amor y su presencia en diferentes formas. Siempre es tiempo donde es posible amar. Siempre hay un gesto, un servicio, un acto de amor que podemos hacer por los demás”, agregaron.
También hay “oportunidades para reubicarnos en nuestra verdadera dimensión, para reencontrar nuestra realidad de creaturas. Para no negar o renegar del Creador y reconocer, en cambio, que Él ha puesto en nosotros los dones que nos permitirán superarnos; no para un progreso desenfrenado y desigual, sino para crecer en humanidad y en la fraternidad de quienes se reconocen hijos del mismo Padre Dios”.
En ese sentido, la pandemia del coronavirus “no deja de plantearnos preguntas sobre el amor providente de Dios que permite estas realidades dolorosas que golpean el mundo”.
“¿Qué nos quiere decir Dios en esta situación? Buscando respuestas, a lo largo de la Palabra de Dios y en la historia de la Iglesia vemos que estas calamidades han sido siempre recibidas como un llamado a la conversión, a dejar de lado el pecado y a volverse a Dios”.
En ese sentido, los Obispo de Uruguay alentaron a volver a Dios, “pidiéndole misericordia para el mundo y exhortándonos mutuamente a una vida de mayor humildad y fidelidad al Evangelio, que pasa por la solidaridad con el que sufre y también por la conversión personal, la penitencia y la oración”.
Los Obispos también alentaron a que con la ayuda de la Virgen María, las personas reconozcan la presencia del Señor y se pongan bajo su amparo y ternura.
“Que en Ella encontremos el consuelo y el bálsamo que cura las heridas y el abrazo que reconcilia a los hermanos”, concluyeron.
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