El Obispo de Cremona (Italia) Mons. Antonio Napolioni, se encuentra ingresado por una neumonía causada por el coronavirus COVID-19. Su situación es estable y mejora de forma progresiva y asegura que esta crisis debe ser vivida como "una oportunidad para la conversión".
En una entrevista concedida a Vatican News, muestra su pesar por el fallecimiento ayer, en el mismo hospital en el que se encuentra, del sacerdote de 75 años, Mons. VIncenzo Rini, ex presidente de la agencia SIR (Servicio de Información Religiosa), director del semanario diocesano La Vita Cattolica y presidente de la Federación Italiana de Semanarios Católicos.
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Desde su cama en el hospital, donde se encuentra ingresado desde hace ocho días, Mons. Napolioni asegura que "mis condiciones están mejorando progresivamente, cada día".
Sobre su enfermedad, señala que le ha ayudado a tomar conciencia "de nuestra fragilidad, respecto a la cual la prudencia nunca es excesiva. Si esta situación nos obliga a dar un paso atrás en el activismo, el frenesí y en el ruido, esto habrá sido providencial".
Al mismo tiempo, afirma que "no debemos tener miedo. Yo seguramente contraje el virus en plena visita pastoral, en la misión en medio de la gente. Probablemente deberemos recalibrar las modalidades de relacionarnos que no nos impidan estar con la gente y entre la gente, pero también con la inteligencia y la precisión que ello exige".
A los fieles el Obispo propone "redescubrir la presencia del Señor de una forma mucho más poderosa, fuel y extendida que en las formas a las que estamos acostumbrados".
A los médicos que están haciendo frente a esta pandemia, les dirige palabras "de gran agradecimiento, también por el sentido de unidad que se percibe en el país".
Asimismo, hace un llamado a la unidad de los ciudadanos: "Más allá de la diversidad regional, de las sensibilidades políticas y de interpretación, estamos verdaderamente en un momento de unidad del cual tenemos absoluta necesidad para comprender cómo continuar a construir, en momento que nos ha tocado vivir, los caminos para el futuro de nuestras generaciones".
Afirma que siente "agradecimiento y estima", y pone en valor "el depósito espiritual que nos falta. Saber cuánta gente está en oración y cuántos se entregan a los demás, llena el corazón de consuelo y de paz".
Por último, asegura que esta situación "es una gran oportunidad para la conversión. No podría imaginar una Cuaresma más completa desde ciertos puntos de vista. Dramáticamente dura, pero precisamente por ello, perfecta".