Norma McCorvey, la mujer cuyo caso sirvió para legalizar el aborto a pedido en Estados Unidos hace 34 años, aseguró en una entrevista al semanario Alba que si las mujeres conocieran la verdad sobre el aborto, jamás considerarían someterse a él y denunció que aún hoy sigue sufriendo la manipulación de las feministas que la usaron en 1973.
El caso
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A comienzos de 1970, Norma McCorvey alegó que había sido violada por una pandilla y quedó embarazada. Las abogadas Sarah Weddington y Linda Coffee, recién graduadas de la Facultad de Leyes de la Universidad de Texas, necesitaban una "cliente" para poder atacar la ley que desde hacía 100 años prohibía el aborto en ese estado. Ellas convencieron a Norma que debería procurar un aborto en lugar de tramitar la adopción para su bebé.
Se litigó varias veces hasta que finalmente el caso llegó a la Corte Suprema y la decisión de ésta en 1973 legalizó el aborto en los 50 estados de EEUU.
Mientras se litigaba el caso, la bebé de McCorvey nació y fue dada en adopción. En 1987, McCorvey admitió que no había sido violada y que el padre de su bebé era una persona a la que ella conocía. El relato de los pandilleros que la violaron era mentira. Hace unos años, McCorvey se convirtió al catolicismo y ahora se dedica a promover la defensa de los no nacidos.
El testimonio
En entrevista al semanario Alba, McCorvey recordó que estando embarazada por tercera vez, estaba a favor del aborto, pero no sabía nada del mismo, más aún cuando se sentía seriamente utilizada por las abogadas Weddington y Coffe que hicieron de su caso una bandera política.
“Me sentí muy utilizada por los pro abortistas, pero todavía me sigo sintiendo utilizada hoy en día. Nunca llegué a abortar; llevé a la niña a término. Pesó 8 libras y medía 21 pulgadas y la entregué en adopción. La enfermera me trajo a mi bebé, pero cuando se dio cuenta de que la había dado en adopción se la llevó; yo me desmayé y me quedé tirada sobre el suelo por dos horas”, agrega.
El 22 de enero de 1973 la Corte Suprema resuelve el derecho al aborto de las mujeres americanas. Desde entonces, todos los 22 de enero McCorvey se encerraba en su habitación. “No me importaba si había alguien más conmigo en casa. Estuve dando tumbos, me emborrachaba y tomaba muchísimas medicinas para mantenerme en pie. Comencé 16 años de depresión enganchada a una botella de vodka”, indica.
Respecto a las mentiras que las abortistas utilizaron en su caso, la ahora pro-vida indica que “las dos abogadas me dijeron que sería una buena cosa que las mujeres pudieran elegir si tener el niño o no tenerlo; y yo entonces pensaba lo mismo”.
Pese a trabajar en una clínica abortista desde 1991, las fuertes sumas de dinero que terminaban en los bolsillos de los doctores y el desprecio de la medicina que los abogados abortistas mostraban le decepcionaron profundamente. El encuentro con su hija embarazada también fue importante para su conversión, ya que ella quería que naciese su nieto. “Ahora tengo dos nietos, George y Floyd, y son el amor de mi vida”, señala feliz.
El 15 de junio de 1998, Norma anunció públicamente su intención de ser bautizada en la Iglesia católica.“Sí, ahora soy claramente pro vida y católica por ciento y si una mujer me dice que va abortar le diría que hablara con su corazón y su sacerdote; después, que busque a una mujer que ya haya abortado y que le pregunte qué tal le fue”, anota.