El presidente de Francia, Emmanuel Macron, afirmó este 9 de abril que el país requiere el valioso aporte de la Iglesia Católica en la sociedad y señaló la necesidad de reparar el "vínculo" entre esta institución y el Estado.
El mandatario tuvo un encuentro con la Conferencia Episcopal Francesa en el College des Bernandins, donde dijo que con su presencia "desafiamos a los escépticos de ambos lado. Y si estamos aquí es sin duda porque compartimos un sentimiento confuso de que el vínculo entre la Iglesia y el Estado se ha deteriorado, y que es importante para nosotros y para mí repararlo". "Para hacerlo, no hay otro medio que un diálogo en verdad", afirmó.
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Macron dijo que "este diálogo es indispensable y si tuviera que resumir mi punto de vista, diría que una Iglesia que pretenda desinteresarse de los asuntos temporales no cumpliría su vocación; y un presidente de la República que pretenda desinteresarse de la Iglesia y de los católicos faltaría a su deber".
Además, recordó a Arnaud Beltrame, el policía católico asesinado por un terrorista el 24 de marzo luego de ofrecerse a cambio de una rehén. Macron dijo estar "convencido de que los lazos más indestructibles entre la nación francesa y el catolicismo se forjaron en estos momentos donde se ha verificado el valor real de los hombres y las mujeres".
"Sí, Francia ha sido fortalecida por el compromiso de los católicos", aseguró el presidente, que recordó a Santa Juana de Arco y al P. Jacques Hamel, asesinado por un terrorista del Estado Islámico cuando celebraba Misa en Rouen en julio de 2016.
"Al decir esto no me equivoco. Si los católicos han querido servir para que Francia crezca, si han aceptado morir, no es solamente por sus ideales humanistas, ni solo por una moral judeo-cristiana secularizada. Es también porque han sido alentados por su fe en Dios y por su práctica religiosa", afirmó.
El presidente dijo que algunos podrían considerar estas palabras "como una infracción a la laicidad, pero, después de todo, también tenemos mártires y héroes de toda confesión en nuestra historia reciente, entre ellos ateos, que han encontrado en su moral las fuentes de un sacrificio total".
"Reconocer a unos no significa disminuir a los otros, y creo que la laicidad ciertamente no tiene como función negar lo espiritual a cambio de lo temporal, ni extirpar de nuestras sociedades la parte sagrada que nos nutre tanto de nuestros conciudadanos", resaltó.
Macron precisó que no pretende elegir un "credo republicano", pero señaló que "cegarme voluntariamente a la dimensión espiritual que los católicos invierten en su vida moral, intelectual, familiar, profesional, social, sería condenarme a tener una visión parcial de Francia; sería desconocer al país, su historia, sus ciudadanos y, generando la indiferencia, derogaría mi misión. Y no tengo indiferencia respecto a ninguna de las confesiones que hoy están en nuestro país".
"Justamente porque no soy indiferente es que percibo que el camino que el Estado y la Iglesia comparten desde hace tanto tiempo, tiene hoy algunos malentendidos y desafíos recíprocos", indicó.
Macron dijo que su discurso "no se trata de una conversión", sino de una voz como otras que quiere resaltar lo espiritual, "que osa alentar la intensidad de una esperanza que, a veces, nos hace tocar este misterio de la humanidad que se llama santidad, del que el Papa Francisco ha dicho en su exhortación es 'el rostro más bello de la Iglesia'".
El presidente de Francia recordó que su papel es "asegurar que todos tengan la libertad de creer y de no creer. Yo pido siempre el respeto absoluto y el compromiso con las leyes de la República. Esta es la laicidad, ni más ni menos".
Hablando luego sobre las "raíces cristianas de Europa", el mandatario señaló que eso no es lo que considera importante. En su opinión, lo que realmente importa "es la savia. Y estoy convencido de que la savia católica debe contribuir una y otra vez a la vida de nuestra nación".
"Todos los días las asociaciones católicas y los sacerdotes acompañan a las familias monoparentales, las familias de divorciados, las familias homosexuales, las familias que han procurado un aborto, la fecundación in vitro (…), las familias que tienen a uno de los suyos en estado vegetativo, las familias donde uno cree y otro no. Aportan ustedes en las familias la capacidad de las opciones espirituales y morales, y esto, lo sé, es vuestra tarea cotidiana".
Por lo tanto, continuó Macron, "al escuchar a la Iglesia sobre estos temas, no nos encogemos de hombros. Escuchamos una voz que saca su fuerza de la realidad y su claridad de un pensamiento en el que la razón dialoga con una concepción trascendente del hombre".
"La escuchamos con interés, con respeto e incluso podemos expresar muchos de sus puntos. Pero esta voz de la Iglesia, lo sabemos ustedes y yo, no puede ser obligatoria".
Para concluir, dijo que "el Estado y la Iglesia pertenecen a dos órdenes institucionales diferentes, que no ejercen su mandato en el mismo nivel, pero ambos ejercen autoridad. Por lo tanto, cada uno de nosotros ha forjado sus certezas y tenemos el deber de formularlas con claridad, de establecer reglas, porque ese es nuestro deber de Estado".
El discurso de Macron encendió la ira de algunos sectores, que lo acusan de violar la ley de separación entre Iglesia y Estado de 1905.
Esta ley estableció un Estado secular neutral y la libertad en el ejercicio religioso.
Esta norma es considerada la columna vertebral de la laicidad en Francia y se resume en la frase: "La República no reconoce, no paga, ni subsidia religión alguna".
El Secretario General del Partido Socialista, Olivier Faure, escribió en su cuenta de Twitter que "la laicidad es nuestra joya. Eso es lo que un presidente de la República debería defender".
Por su parte, Benoit Hamon, excandidato socialista a la presidencia, dijo en Twitter que "el discurso de Emmanuel Macron es una afrenta sin precedentes a la laicidad".
"No aceptamos la intrusión de la religión en la vida pública. El papel del jefe de Estado es ser guardián de una separación estricta, porque eso es lo que hace posible la vida en común", declaró a los medios el líder izquierdista Jean-Luc Melenchon.
"La laicidad no nació de un coloquio, fueron tres siglos de guerra civil abierta u oculta. No hay razón para volver a eso y satisfacer un capricho intelectual del presidente", agregó.
Durante el encuentro con Macron, el Presidente de la Conferencia Episcopal de Francia, Mons. Georges Pontier, recordó que "la Iglesia Católica tiene una larga tradición de hospitalidad. Muestra la cara de una comunidad multifacética de todos los orígenes vinculados a todos los continentes. Ella acoge a aquellos a quienes Dios le da sin que ella los haya elegido".
Afirmó que la Iglesia trabaja para hacer de Francia un país "más fraterno y más justo", y alentó a continuar por ese camino en pro de "los más frágiles, los más pobres, los vulnerables, porque así es como se construye y profundiza la confianza en la nación".
El Prelado también recordó al fallecido teniente coronel Arnaud Beltrame y dijo que es un ejemplo de lo que "es capaz el ser humano cuando lleva en sí el ideal de defender su país y enfrentar las situaciones más inesperadas que requieren una decisión. Dar la vida y dar vida son las mejores cosas que existen".