Una de las preguntas que se hacen las personas luego de un suicidio es si la persona que lo comete se salva o se condena, considerando que es un pecado que atenta contra la propia vida y que no considera que Dios es el dueño de la vida. En esta nota te explicamos lo que enseña la Iglesia Católica.
"No se debe desesperar de la salvación eterna de aquellas personas que se han dado muerte. Dios puede haberles facilitado por caminos que Él solo conoce la ocasión de un arrepentimiento salvador", explica el numeral 2283 del Catecismo.
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Esto quiere decir que, si bien el suicidio es un pecado grave, la persona que lo comete tiene la posibilidad de salvarse por la misericordia de Dios.
"La Iglesia ora por las personas que han atentado contra su vida", precisa el texto.
El numeral 2280 explica asimismo que "cada cual es responsable de su vida delante de Dios que se la ha dado. Él sigue siendo su soberano Dueño".
En ese sentido, explica el documento, "nosotros estamos obligados a recibirla con gratitud y a conservarla para su honor y para la salvación de nuestras almas. Somos administradores y no propietarios de la vida que Dios nos ha confiado".
"No disponemos de ella", subraya el texto.
El numeral 2281 resalta que "el suicidio contradice la inclinación natural del ser humano a conservar y perpetuar su vida. Es gravemente contrario al justo amor de sí mismo".
El suicidio también "ofende también al amor del prójimo porque rompe injustamente los lazos de solidaridad con las sociedades familiar, nacional y humana con las cuales estamos obligados".
"El suicidio es contrario al amor del Dios vivo", destaca el texto.
El Catecismo explica asimismo que "si se comete con intención de servir de ejemplo, especialmente a los jóvenes, el suicidio adquiere además la gravedad del escándalo. La cooperación voluntaria al suicidio es contraria a la ley moral".
El texto explica que el escándalo "es la actitud o el comportamiento que induce a otro a hacer el mal. El que escandaliza se convierte en tentador de su prójimo. Atenta contra la virtud y el derecho; puede ocasionar a su hermano la muerte espiritual".
El documento resalta luego que los "trastornos psíquicos graves, la angustia, o el temor grave de la prueba, del sufrimiento o de la tortura, pueden disminuir la responsabilidad del suicida".
A modo de resumen, el numeral 2325 precisa que "El suicidio es gravemente contrario a la justicia, a la esperanza y a la caridad. Está prohibido por el quinto mandamiento", que es "No Matarás".