Esta mañana al dirigirse a los obispos centroamericanos, el Papa Francisco destacó la figura de San Óscar Romero, señalando que su "legado" apela a la "santidad y al carácter profético que vive en el ADN" de la Iglesia en Centroamérica.
"Su vida y enseñanza son fuente constante de inspiración para nuestras Iglesias y, de modo particular, para nosotros obispos (…). Apelar a la figura de Romero es apelar a la santidad y al carácter profético que vive en el ADN de vuestras Iglesias particulares", dijo el Papa este martes 24 de enero en la iglesia San Francisco de Asís de Ciudad de Panamá, ubicada en el Casco Antiguo.
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En su reflexión sobre San Romero, el Pontífice desarrolló el lema inscrito en el escudo episcopal del santo salvadoreño: "Sentir con la Iglesia", al que considera una "brújula que marcó su vida en fidelidad, incluso en los momentos más turbulentos".
El Papa explicó que este "Sentir con la Iglesia" interiorizado por Mons. Romero se basó en tres aspectos que todos los obispos de Centroamérica no solo deben tener en cuenta, sino imitar para encontrarse con Cristo y el pueblo que sufre: "Reconocimiento y gratitud"; "Un amor con sabor a pueblo"; y "Llevar en las entrañas la kénosis de Cristo".
1. Reconocimiento y gratitud
"Me gustaría centrar este primer Sentir con la Iglesia, de la mano de San Óscar, como acción de gracias y gratitud por tanto bien recibido, no merecido. Romero pudo sintonizar y aprender a vivir la Iglesia porque amaba entrañablemente a quien lo había engendrado en la fe", aseguró sobre el santo canonizado en octubre de 2018.
Asimismo, destacó que ese amor "nace de acoger un don totalmente gratuito, que no nos pertenece y que nos libera de toda pretensión y tentación de creernos sus propietarios o los únicos intérpretes".
"No hemos inventado la Iglesia, ella no nace con nosotros y seguirá sin nosotros", acotó.
2. Un amor con sabor a pueblo
El Santo Padre dijo que Mons. Romero siguió todo el aporte y renovación magisterial del Concilio Vaticano II, donde encontró "la mano segura en el seguimiento de Cristo".
"No fue ideólogo ni ideológico; su actuar nació de una compenetración con los documentos conciliares. Iluminado desde este horizonte eclesial, sentir con la Iglesia es para Romero contemplarla como Pueblo de Dios".
"El pastor, para buscar y encontrarse con el Señor, debe aprender y escuchar los latidos de su pueblo, percibir 'el olor' de los hombres y mujeres de hoy hasta quedar impregnado de sus alegrías y esperanzas, de sus tristezas y angustias y así escudriñar la Palabra de Dios", explicó el Pontífice.
Por otro lado, resaltó que para San Romero el sentir con la Iglesia "es tomar parte en la gloria" de la misma, "que es llevar en sus entrañas toda la kénosis de Cristo". La kénosis puede definirse como vaciarse de la propia voluntad para adoptar con facilidad la voluntad de Dios.
"En la Iglesia Cristo vive entre nosotros y por eso tiene que ser humilde y pobre, ya que una Iglesia altanera, una Iglesia llena de orgullo, una Iglesia autosuficiente, no es la Iglesia de la kénosis", dijo el Papa parafraseando una homilía de Mons. del 1 octubre 1978.
3. Llevar en las entrañas la kénosis de Cristo
El Papa aseguró que esta "kénosis de Cristo" también es una vocación e invitación para la gloria personal y el camino a la propia santidad.
"No tengamos miedo de tocar y de acercarnos a las heridas de nuestra gente (..) El pastor no puede estar lejos del sufrimiento de su pueblo; es más, podríamos decir que el corazón del pastor se mide por su capacidad de dejarse conmover frente a tantas vidas dolidas y amenazadas", exhortó el Santo Padre a los prelados.
Luego, dijo que esta kénosis de Cristo implica "abandonar la virtualidad de la existencia", porque "las redes sirven para crear vínculos pero no raíces, son incapaces de darnos pertenencia, de hacernos sentir parte de un mismo pueblo".
Para explicar mejor la kénosis, el Papa destacó sus tres características principales: que es joven, sacerdotal y pobre.
Sobre kénosis joven, el Santo Padre dijo a través de ella se puede "visualizar cómo hacer más visible y creíble el Evangelio en el mundo que nos toca vivir" y "nos recuerda que el pastor nunca deja de ser discípulo y está en camino".
"¡Cómo no agradecer tener jóvenes inquietos por el Evangelio! Esta realidad nos estimula a un mayor compromiso para ayudarlos a crecer ofreciéndoles más y mejores espacios que los engendren al sueño de Dios", explicó.
Sobre la kénosis de Cristo sacerdotal, el Papa destacó la necesidad de que las agendas episcopales tengan "espacio para recibir, acompañar y sostener" a los sacerdotes, para tener un "espacio real" donde ocuparse de ellos.
"En ellos normalmente recae de modo especial la responsabilidad de que este pueblo sea el pueblo de Dios. Están en la línea de fuego. Ellos llevan sobre sus espaldas el peso del día y del calor, están expuestos a un sinfín de situaciones diarias que los pueden dejar más vulnerables y, por tanto, necesitan también de nuestra cercanía, de nuestra comprensión y aliento, de nuestra paternidad", recordó Francisco.
En ese sentido, subrayó la importancia de que el sacerdote encuentre "al pastor en el que 'mirarse' y no al administrador que quiere 'pasar revista de las tropas'".
Que vean en el obispo a un "un hombre capaz de jugarse y dar la cara por ellos, de sacarlos adelante y ser mano tendida cuando están empantanados".
Finalmente, el Papa Francisco dijo que la kénosis de Cristo es pobre, porque "sentir con la Iglesia es sentir con el pueblo fiel, el pueblo sufriente y esperanzador de Dios".
Asimismo, explicó que la pobreza invita "a la fecundidad, a la generatividad, a la capacidad de donación que sería imposible en un corazón avaro o que busca acumular" y "protege de una de las tentaciones más sutiles que enfrentamos los consagrados, la mundanidad espiritual".
De este modo, el Papa indica que se puede conseguir "una Iglesia que no quiere que su fuerza esté -como decía Mons. Romero- en el apoyo de los poderosos o de la política, sino que se desprende con nobleza para caminar únicamente tomada de los brazos del crucificado, que es su verdadera fortaleza".
Al concluir su mensaje a los obispos centroamericanos, el Papa les pidió colocarse bajo el manto de la Virgen María y rezar para que Ella custodie su corazón de pastores.
"Que Jesús los bendiga y la Virgen María los cuide. Y, por favor, no se olviden de rezar por mí. Muchas gracias".